Page 174 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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La teoría de la purgación o "cátharsis"  163
       aprehensivas la manera de vivir, no dejarán de apreciar el alcance de
       este axioma que condiciona el logro de los más altos estados místi-
       cos (contemplación y amor)  al ejercicio de la disciplina ascética (1).
          Al hablar de la regla monacal (2) ya dijimos que la de Abenara-
       bi, entendida como método ascético de las almas consagradas a  la
       vida devota, se cifraba en cuatro prácticas de mortificación: silencio,
       aislamiento, hambre y vigilia. En repetidos pasajes de sus opúsculos,
       insiste, efectivamente, en este sencillo esquema, sin descender al aná-
       lisis de sus cuatro términos (3). Escribía para iniciados, que no ne-
       cesitaban de amplias explicaciones para penetrar el contenido de cada
       uno. El hambre y la vigilia facilitan la purgación de las pasiones del
       concupiscible— gula y lujuria—tanto como el aislamiento y el silencio
       mortifican las del irascible. En un curioso pasaje del Amr altérase sen-
       siblemente este esquema de la mortificación, cuyos elementos, cuatro
       también, se enuncian bajo el pintoresco símbolo de las cuatro muertes:
       la blanca, que es el hambre; la roja, que es la contradicción de las pa-
       siones; la negra, que es el sufrir con paciencia el dolor físico y moral;
       la verde, que se simboliza en la pobreza del hábito remendado (4).
          Esporádicamente y como quien sólo intenta sugerir el recuerdo de
       temas ya familiares  al  lector, toca Abenarabi en sus opúsculos  las
       materias atinentes a toda la ascética purgativa, y esto, ya porque eran
       vulgares en los medios devotos para los que escribía, ya porque abun-
       daban los tratados, así elementales como magistrales, a que el lector
       podía recurrir; sobre todos, el Ihía de Algazel, cuya parte tercera des-
       arrolla con minuciosidad escrupulosa cuanto se refiere a la corrección
       y enmienda de los vicios.
          En cambio, presta Abenarabi atención algo mayor a catalogar las
       virtudes que deben brillar en el religioso. Sendos artículos del Amr y
       de la Tolifa están consagrados a su enumeración más o menos escueta,
       pero bastante siempre a insinuar, por su conjunto, cuál era el ideal de

         (1)  Cfr. Pinard de la Boullaye, op.  cit.,  I, 427;  II, 348.
         (2)  Cfr. supra,  III.
         (3)  Cfr. Amr,  83, 93; Cunh,  42.
         (4)  Amr,  109.
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