Page 189 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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173       Parte  II. — Doctrina espiritual de A benarabi
        forma de orar, propia del común de los  fieles, porque su propósito
        principal va enderezado a la formación espiritual de los devotos; pero
        no deja de sugerirles el método eficaz para elevar este ejercicio litúrgi-
        co al nivel de una contemplación incipiente, transformando los rezos
        vocales y los actos corpóreos que lo integran en una verdadera ora-
        ción afectiva, mediante la atención y devoción (1): las potencias del
        alma, interiormente recogidas y orientadas hacia Dios, van aplicando
        a cada uno de los ritos prescritos el sentido místico que en ellos late
        y provocando emociones religiosas coherentes con aquel sentido, las
        cuales a su vez determinan a la voluntad a realizar los actos propios
        de las respectivas virtudes. Esta moción de afectos ofrece, pues, un
        interés singular para  la historia de  la psicología religiosa. Sin que
        pueda decirse que sea una oración metódica afectiva, del tipo de  la
        beruliana, se empareja con ésta por su prurito de sobreponer el sen-
        timiento  al pensamiento. En ello Abenarabi había sido precedido ya
        por Algazel, que en su Ihia (2) consagra largas páginas a recomen-
        dar el espíritu de efusión afectiva con que deben practicarse los ritos
        de la oración litúrgica. Más sobrio Abenarabi, limítase a sugerir  el
        estado de alma correspondiente a cada rito. He aquí escuetamente la
        serie de afectos provocados, cuyos meros nombres bastan para com-
        prender la eficacia espiritual del método: sentimientos de humildad,
        dolor y vergüenza ante la presencia de Dios; pureza de intención de
        servirle como esclavos; propósitos de austeridad escrupulosa y de re-
        nuncia en el uso de las cosas criadas; sentimiento de abandono a la
        voluntad de Dios; afectos de alabanza, súplica, gratitud, etc.
          En el siglo xi, Algazel había recogido ya en su lhía toda la doc-
        trina relativa a la meditación metódica, que los ascéticos enseñaban y
        practicaban desde los siglos primeros del islam. Hemos dicho que este
        ejercicio espiritual carecía de precedentes en el monacato cristiano. De
        aquí la importancia que para su historia tienen los precedentes islá-
        micos, ya que hasta  el siglo xv no aparecen en las órdenes monás-
          (1)  Tadbirat, 231-232.
          (2)  Cfr. Asín, Algazel, Dogmática, moral y ascética, 347.
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