Page 186 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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La práctica de  la presencia  ele Dios  175
       no sea El (1). A la convicción de la mirada, añádese la sensación de
       cercanía o proximidad (2); pero no física o imaginativa, sino espiri-
       tual (3).
          La práctica de este ejercicio no está restringida por Abenarabi a
       las horas en que el devoto hace la oración litúrgica o la meditación o
       cualquiera otro de los actos religiosos de precepto o de consejo.  Si
       así fuera, confundiríase con el requisito de la atención e intención, in-
       dispensables para la validez y mérito espiritual de todo acto religioso.
       Antes bien, Abenarabi insiste con claridad en afirmar la necesidad de
       conservar  la presencia de Dios en todos  los momentos del día que
       queden libres entre las otras prácticas obligatorias y devotas, es de-
       cir, fuera de la oración propiamente dicha (4).
          Dos medios prácticos aconseja usar para el logro de esta continua
       presencia de Dios: uno es  el de rectificar en todo acto  la intención
       pura y sincera de vaciar el espíritu de todo lo que no es Dios, hasta
       conseguir que esa intención se haga habitual (5); otro es la fuga o
       aislamiento, físico y moral a la vez, del mundo, porque la familiari-
       dad o trato íntimo con Dios, que la presencia divina implica, exige  el
       alejamiento de las criaturas, es decir, la soledad (6).
          En su tratado del amor místico (7), habla también Abenarabi de
       una presencia divina que no es adquirida por los medios prácticos an-
       tedichos, sino gracia extraordinaria otorgada por Dios a las almas es-
       cogidas. Trátase, más bien que de presencia, de representación ima-
       ginativa o fantástica del Amado, bajo forma corpórea. De estas visio-
       nes, acompañadas de locución con palabras formadas, tuvo Abenarabi
       algunas, que en dicho pasaje describe: en los días en que tal presen-
       cia le sobrevenía, asegura le era imposible probar bocado, porque, al
       llegar a la mesa, veía al Amado de pie ante él, mirándole y diciéndo-

         (1)  Amr,  110.
         (2)  Tohfa,  3.
         (3)  Tadbirat, 232.
          (4)  Cunh,  43,  49.
          (5)  Amr,  86,  97.
          (6)  Anwar,  13.
          (7)  Fotuhat,  II, 429.
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