Page 191 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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[80       Parte 11.—Doctrina espiritual de Abenarabi
        Dios por inducción, o sobre Este para descender a las criaturas por
        deducción, antójasele a Abenarabi peligroso unas veces e inútil otras,
        porque entre las criaturas y el Criador no existe analogía alguna, sino,
        más bien, un abismo infranqueable de diferencias tan radicales y pro-
        fundas, que ninguno de los dos términos—Criador y criatura— pueden
        sugerir a la razón por su respectivo concepto el contenido esencial del
        opuesto: si criatura es todo lo que no es Dios, buscar a Este por aqué-
        lla es empresa tan vana y absurda, como la contraria, es decir, el bus-
        car lo que no es Dios por medio de Dios. Es además irrespetuoso el
        empleo de Dios como medio para lograr algo que no es El. Ni cabe
        imaginar que lo que se busca en Dios es Dios mismo, pues en tal caso
        el error es palmario y la contradicción evidente, pues el alma que pre-
        tende con su razón discursiva buscar en Dios a Dios mismo, parte del
        supuesto de que lo conoce (1). Todo este argumento, repleto de pa-
        radojas, tiende al mismo objetivo escéptico de su bien conocida nega-
        ción del razonamiento en teología dogmática y moral. No había de
        exceptuar Abenarabi a la ascética y a la mística de su criterio gene-
        ral. Por eso, dejando la meditación razonada para los principiantes,
        reserva todas sus simpatías para  el método de contemplación que  él
       llama, según veremos, "ejercicio de la soledad".
          A los novicios y a las gentes seglares que aspiran a la perfección
       recomienda  la talawa o lectura espiritual meditada, que bajo cierto
       aspecto es también meditación metódica. Por eso la englobamos con
       ésta en un mismo artículo. Pocos son los pasajes de sus opúsculos en
       que a ella alude (2). El texto de lectura que recomienda es el Alcorán:
       sentado el devoto en el suelo y puesto el libro sobre el seno, sujetán-
       dolo con la mano izquierda, va pasando la vista sobre las palabras del
       texto que la mano derecha recorre, a la vez que lee pausadamente en
       alta voz, para mejor fijar la atención y desentrañar el sentido de cada
       palabra y de cada versículo. Pero la lectura, para ser saludable, debe
       ir acompañada de los sentimientos, afectos y propósitos que el texto

         (1)  Fotuhat,  II, 304-306. Cfr. San Juan de  la Cruz, Llama de amor viva,
       canc.  III, v.  3, § V; Sabida,  II,  11; Noche,  I,  1.
         (2)  Cunh, 44 y  53.
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