Page 194 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
P. 194
Orígenes monásticos del canto religioso 183
silencio al cantor que entona erecto un salmo, dividiéndolo, si es largo,
en dos o tres porciones para no fatigar la atención; si abstraído por el
fervor o distraído por la inexperiencia de su oficio, el cantor solista
no se detiene cuando es preciso, el anciano, prior de la comunidad, le
impone silencio dando un golpe en el asiento; a esta señal, levántan-
se los monjes y con los brazos extendidos hacen durante unos momen-
tos oración mental y se postran en tierra luego para adorar a Dios en
silencio; a una nueva señal del anciano, pénense otra vez en pie con
los brazos abiertos; algunos, de pronto, por la vehemencia de la emo-
ción religiosa, caen en éxtasis, al hacer la oración mental o durante la
audición del canto, prorrumpiendo en gritos de alegría espiritual o de
dolorosa compunción (1).
No es fácil precisar la época exacta en que un ejercicio religioso
análogo a éste comenzó a introducirse en el islam; pero sí puede afir-
marse que un sufí del Egipto, Dulnún el Misrí, fué de sus primeros
propagadores, en los albores del siglo ix de nuestra era. Su linaje,
extraño a la raza árabe, y el medio en que nació y se formó dan a ese
hecho ya un valor de síntoma: nubio de raza, su pueblo natal, Ajmim
(hoy Akmín) en la Tebaida, a la orilla derecha del Nilo, era la misma
Laiópolis de los griegos, cerca de la cual el anacoreta Palemón había
formado en el ascetismo a San Pacomio, antes de que éste fundase en
Tabena su primer grupo cenobítico, en el siglo iv de J. C, grupo del
que puede decirse que arranca todo el monacato cristiano de oriente y
occidente. Dulnún, además, fué un asceta giróvago y un místico con-
templativo. La doctrina sobre los estados místicos (ahwal) y las mo-
radas del alma (macamat), que Dulnún fué el primero en sistematizar,
sonaba en los oídos de sus correligionarios a innovación, porque ca-
recía de precedentes en el islam (2). Exactamente esta misma fué la
opinión que mereció en el islam el ejercicio del canto religioso (sa-
máa), del cual Dulnún fué también, como hemos dicho, uno de los
primeros propagadores. Es éste otro síntoma, que se añade al ante-
rior, para presumir que su origen debe ser buscado fuera del islam.
(1) Cfr. Besse, 340, 347-349; Pourrat, I, 207.
(2) Cfr. Asín, Abenmasarra, op. cit, 148-154, y Alassignon, Essai, 184-191.