Page 198 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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La emoción extática y el reparto del hábito 187
tenta con su erección, no simular hipócritamente el trance, sino tan
sólo provocarlo sinceramente.
La exaltación física, fruto a las veces del rapto extático, engendra
en el sujeto movimientos descompuestos, y el hábito o cualquiera de
las prendas que viste caen al suelo. Una escena, insospechada por lo
peregrina, desarróllase al punto: el cantor interrumpe su canto y se
apodera del hábito que el arrobado dejó caer en el trance y que toda
la comunidad se disputa poseer como reliquia preciada del favor otor-
gado por Dios al extático. Estamos en presencia de un fenómeno que
denuncia por sus esenciales rasgos una filiación monástica cristiana:
los santos patriarcas del eremo, San Pablo, San Antonio y a imitación
suya los monjes todos, transmitíanse como precioso legado el hábito
que vistieron en su vida devota y que simbolizaba por ello sus virtu-
des y austeridad. Cenobitas y pueblo se disputaban sus reliquias y las
prendas que con su uso habían santificado (1). También el extático
es un muerto al mundo: su alma sale del cuerpo para unirse con Dios.
Tal parece ser el sentido esotérico que late bajo la extraña ceremonia
descrita: los hermanos se distribuyen el hábito, como signo de ben-
dición, para participar de los méritos de quien por el éxtasis ha reci-
bido los favores divinos. Mas en el reparto corresponde al cantor la
primacía, ya que él fué el instrumento de la muerte mística del rap-
tado. El elige primero su parte y la comunidad se queda con el resto,
salvo el caso en que el éxtasis, por declaración del sujeto, no hubiera
sido provocado por la emoción del canto, sino debido más bien a su
personal meditación religiosa.
Esta desconcertante mixtura de sinceridad mística y de exhibicio-
nismo espectacular, de espontaneidad espiritual y de calculado ritua-
lismo en la reglamentación del canto y del éxtasis provocado por él,
son ya síntomas muy verosímiles de degeneración que alteran la esen-
cia del ejercicio monástico primitivo. Abenarabi, formado en España,
en un medio ascético más austero y refractario a todas esas hiperes-
tesias aparatosas, no oculta el hondo disgusto que le produjo su es-
pectáculo. Y eso que prescinde de otras corrupciones del canto religio-
(1) Cfr. Besse, 251, 253, 546.