Page 200 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
P. 200

El canto religioso "con testigo"  189
       que vedaban a los novicios el acceso a las sesiones de canto religioso,
       maestros indiscretos los admitían a menudo, mezclados con los pro-
       fesos. Su presencia venía a añadir un estímulo más de sugestión pe-
       ligrosa a la letra erótica de las canciones. Sufíes hubo que osaron hi-
       pócritas justificar esta corruptela con falaces pretextos místicos:  la
       contemplación platónica, durante el canto, de la belleza física de aque-
       llos jóvenes, pretendían servirles como de medio evocador para des-
       pertar en el alma un vislumbre de la inefable belleza de Dios, y en la
       peor de las hipótesis la tentación libidinosa, vencida antes de llegar al
       consentimiento, representaba para  ellos un mérito ascético loable a
       los ojos de Dios. Abenarabi fustiga duramente tamaña osadía e invoca
       en apoyo de su anatema la autoridad del Coxairí que en su Risala cen-
       suraba ya acremente esa costumbre, preñada de peligros espiritua-
       les (1).
         Estamos bien lejos de la sobriedad y austera pureza del ejercicio
       del canto monástico, tal como Casiano lo describía. Poesías eróticas,
       música instrumental, baile, aplauso, éxtasis simulado o artificialmente
       provocado: todos estos rasgos desnaturalizan su esencia, a la vez que
       complican la simplicidad de su rito. ¿De dónde vinieron estos elemen-
       tos extraños, incompatibles con la austeridad del culto musulmán, to-
       davía más que con la del culto cristiano? Como hipótesis, valga insi-
       nuar la sospecha de una hibridación yogui. El islam penetró desde el
       siglo x de nuestra era en la India. El culto brahmánico y singularmen-
       te la doctrina mística del Yoga o unión del alma con Dios había  to-
       mado entre sus adeptos caracteres de método hipnótico para provocar
       el éxtasis, mediante prácticas extravagantes de índole muy variada,

         (1)  Abubéquer  el Tortuxí, en su antes citado libro (Ms. 5341  de  la Bi-
       blioteca Nac. de Madrid,  f.° 117  v.°), describe y censura esta corruptela del
       canto con testigos, añadiendo que los sufies que lo usan adornan  al joven im-
       berbe con ricas joyas y elegantes trajes, para que la contemplación de su her-
       mosura  les  sirva, durante  el canto, de indicio de  la hermosura del Creador.
         Todavía en  el siglo XVIII de nuestra era persistía  el  rito. Cfr. Schreiner
       (Z D M G,  1898,  III, 477): "Se permiten bailar, cantar y mirar sin pudor  al
       joven imberbe, bello y agraciado, porque dicen: "En éste habita o reside uno
       de los atributos de Dios y por eso lo amamos y abrazamos."
   195   196   197   198   199   200   201   202   203   204   205