Page 195 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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184       Parte  II. — Doctrina espiritual de Abenarabi
        La oración  litúrgica prescrita por Mahoma  era, efectivamente, una
        mera recitación de versículos alcoránicos, emitida en voz baja y des-
        nuda de todo accidente musical. El canto religioso, por  el contrario,
        era, como vamos a ver, una especie de concierto vocal en  el que un
        cantor o solista (cawal) entonaba en alta voz, bien textos alcoráni-
        cos, bien trozos en prosa o verso, como temas de meditación, aptos
        para provocar en el alma la emoción extática. Basta esta sencilla an-
        títesis para reforzar las sospechas, que se acentúan más cuando  la
        escena de las sesiones de canto religioso es evocada por Abenarabi
        con cierto pormenor en sus opúsculos.
          Ante todo, conviene resaltar la extrañeza que en su ánimo desper-
        tó el espectáculo, al conocerlo de visu en el oriente. Era muy natural
        su extrañeza, porque tal ejercicio no parece que fuese usual entonces
        en la España musulmana: en ninguna de las cincuenta y cinco biogra-
        fías que de sus maestros traza en la Risalat al-cods apunta, ni una
        vez siquiera,  la más fugaz alusión  al samáa o canto religioso (1).
        Varios siglos más tarde, en el xiv de nuestra era, un teólogo grana-
        dino, Ibrahim b. Musa  el setabense (2), condenaba todavía como in-
        novación reciente, de origen extraislámico, las sesiones nocturnas de
        ciertos sufíes o faquires (focara), en las que un solista recitaba con
        entonación melódica una sección del Alcorán, como preludio de un
        canto coral de letanías, sostenido al unísono y en alta voz alternativa-
        mente por la comunidad, dividida en dos coros, para terminar con
        poesías cantadas a son de flauta, cuyo ritmo era acompañado de baile
        y de golpes de pecho, para provocar  el éxtasis. Estas ridiculas y es-

          (1)  Un siglo antes que Abenarabi,  el sufi español Abubéquer de Tortosa
          1126 de  C.) habla  del canto  religioso  (sin aludir tampoco  a España)
        (t     J.
        para censurarlo,  lo mismo que Abenarabi. El caso de ambos es idéntico, pues
        también  el Tortuxí abandonó su patria en su juventud, para residir en oriente,
        donde murió. Las censuras del Tortuxí no aparecen en su  libro de  política,
        Lámpara de príncipes ("Sirach al-moluc"), sino en  el titulado Kitab al-hawadits
        wal-bidaa (Ms. 5341 de la Bibl. Nac. de Madrid,  f." 117 v.°-119 v.°
          (2)  Murió  el año 790 de la hégira (1388 de  J. C). Su obra principal, de
        la cual extraemos la noticia citada, es  la titulada Al-ltisam  (edic. Cairo, 1913
        de  J. C), en tres tomos. Cfr.  I, 357 y siguientes.
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