Page 190 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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La meditación metódica en  el islam  179
       ticas del occidente cristiano los primeros esbozos de un método de
       meditar propiamente dicho (1).
          El propuesto por Algazel  (2)  ofrece estrechas analogías con  el
       que nuestros ascéticos llaman, desde  el siglo xvi,  "ejercicio de  las
       potencias": primero, la memoria presenta al entendimiento la materia
       (palabras, ideas o hechos) de la meditación; este ejercicio preambular
       se llama, por eso, recuerdo (tadzácor); después viene  la pondera-
       ción de las verdades o hechos recordados, que es  el ejercicio de  la
       razón o entendimiento, más práctico que especulativo, y que se llama
       consideración (itibar); por fin, la convicción, una vez formada, pro-
       voca emociones y propósitos en  las facultades  afectiva y  volitiva;
       este último ejercicio constituye lo que Algazel llama fruto (tsamara)
       de la meditación. Varios esquemas o modelos de ésta propone el lhía,
       propios para los principiantes y para los adelantados: aquéllos ver-
       san sobre los pecados propios y ajenos, las virtudes, los novísimos, et-
       cétera; éstos, en cambio, tienen por asunto las perfecciones divinas.
          Abenarabi, por su escepticismo místico, tenía que ser refractario
       al empleo de la meditación como ejercicio religioso. La razón es para
       él incapaz de evitar el error y la duda en la búsqueda de toda verdad.
       Mucho más expuesta a errar está para la investigación de las verdades
       sobrenaturales (3). Mas, por otra parte, la tradición ascética de los
       sufíes había adoptado, según acabamos de ver, la meditación metódi-
        ca como ejercicio espiritual. El mismo Alcorán y los hadices o senten-
        cias de Mahoma aconsejaban además el empleo de la razón discursiva
        (tafácor, itibar) para fomentar en  el alma afectos, convicciones, de-
        seos y propósitos saludables. Abenarabi procura conciliar la antino-
        mia con esta hábil solución: debe emplearse la meditación, en la me-
        dida estricta que la aconseja Dios en su Revelación y limitada a los
        textos mismos del Alcorán que la recomiendan. Fuera de estos casos,
        meditar sobre Dios en sí mismo, o sobre las criaturas para elevarse a

          (1)  Poulain,  38-43;  Watrigant,  Quelques promoteurs  de  la  méditation
        methodique au quinziéme siécle (Enghien, Belgique, 1919).
          (2)  lhía,  IV, 304. Cfr. Asín, La mystique d'Al-Gazzáli, pág.  91.
          (3)  Cfr. Caracteres generales de su sistema,  §  3.
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