Page 193 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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CAPÍTULO     VII             —
                EL C \ M O RELIGIOSO



        Su práctica en  el monacato  cristiano.—Su adopción por  el islam  oriental.
        Su tardía introducción en Alandalus.—La escena  del canto  religioso, pintada
        por Abenarabi:  los oyentes,  el cantor,  las canciones,  la emoción  extática,  el
        reparto del hábito.—Reprobación de este ejercicio por Abenarabi.—Sus censu-
        ras contra el canto religioso "con testigo".—Probable origen de estos ritos ex-
                     traños al islam y al cristianismo.
          Casiano en sus Instituciones nos ha conservado una pintura bas-
        tante minuciosa y viva de lo que era el coro monástico en los cenobios
        del oriente—Palestina,  Siria, Mesopotamia y Egipto—durante  el  si-
        glo v de nuestra era. Reunidos los monjes para este ejercicio religio-
        so, cantaban tres salmos a dos coros, permaneciendo de pie; otros
        tres eran entonados por un cantor solo, mientras los demás monjes lo
        oían sentados y en silencio. A los salmos añadíanse lecciones y a ve-
        ces himnos o cánticos que, al parecer, no eran bíblicos, sino de com-
        posición eclesiástica. Salmos, lecciones e himnos elegíanse acomoda-
        dos al estado de ánimo de los oficiantes, atendidas las circunstancias
        del momento y el sentido de la letra, para mejor mantener el espíritu
        atento y excitar el fervor en los corazones. Ciertas plegarias, llamadas
        colectas, eran también improvisadas por un hermano para cerrar  el
        oficio. En Egipto, el cuadro trazado por Casiano es todavía más por-
        menorizado y sugestivo: sentados los monjes en el coro, escuchan en
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