Page 212 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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       en sus grandes rasgos; pero a pesar de su sencillez, no creemos que
       esta teoría fuese autóctona en el islam. Como de las demás doctrinas
       y prácticas que hasta aquí hemos estudiado, también de ésta se de-
       nuncia fácilmente su abolengo cristiano. Siete grados enumeraba ya
       San Agustín (1) como etapas que el alma devota ha de recorrer para
       lograr  la contemplación mística: en  los  tres primeros, purifícase de
       todo lo sensible, imaginativo y racional, que son obstáculos para ver
       a Dios; en  el cuarto, adquiere por esfuerzo moral la virtud, despre-
       ciando todo lo que no es Dios; en el quinto, goza ya de la tranquili-
       dad y pureza que la hacen apta para la contemplación; en el sexto,
       entra en la luz; en  el séptimo, contempla. Sólo a este último grado
       ¡lama San Agustín mansión, es decir, morada; pero el término técnico
       ha surgido y la idea ha sido lanzada; sólo ello basta para que proli-
       fere y, por análisis gradual de los estados de conciencia, se multipli-
       que. Los escritores del monacato oriental van lentamente realizando
       esta tarea. San Basilio, por ejemplo, no enumera más que tres grados
       o moradas, que son las del temor, la esperanza y el amor; pero desde
       el siglo  vi,  el catálogo se enriquece, y  el Abad Antioco (siglo vn)
       en sus Pandectas (2) nos ofrece ya catorce grados, cuyos nombres
       coinciden en su mayor parte con los de las nueve moradas, clásicas
       después en  el islam. Algazel las estereotipó, como hemos visto, en su
       Ihía desde el siglo xi, a guisa de syllabus del misticismo ortodoxo, es-
       pecialmente en los países orientales, al paso que en España un famo-
       so místico de Almería, Abulabás Benalarif, maestro de los maestros
       de Abenarabi, repite en su Mahásin al-machális el mismo catálogo tra-
       dicional (3).
         (1)  Cfr. Pourrat,  I, 337.
         (2)  Reservamos  la demostración pormenorizada de estas analogías para
       un estudio especial de la mística de Algazel, comparada con sus precedentes
       cristianos.
         (3)  Cfr. Asín, Abenmasarra, 109-110. Las moradas principales, según Bena-
       larif, son efectivamente casi las mismas de Algazel: renunciación, abnegación,
       paciencia,  tristeza, temor, esperanza,  gratitud, amor.—Una  edición  del  texto
       árabe de este libro, acompañada de traducción y estudio, preparo para ser pu-
       blicada (por P. Geuthner, París) en la Collection de textes relatifs á la mystique
       musulmane (tomo IV: "Mahasin-Al-Majalis,  d' Ibn-Al-Arif").
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