Page 215 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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204 Parte II. — Doctrina espiritual de Abenarabi
norizada, que deriva de la teoría ideada por Abenarabi para explicar
la esencia del carisma, su causa ocasional y final y sus frutos. Esta
teoría es, en suma, como sigue:
El carisma es un premio temporal de la virtud. Debe, por lo tanto,
existir cierta analogía o relación de semejanza entre ésta y aquél, que
es su recompensa. Ahora bien, la virtud es un hábito moral de actos
buenos, que supone e implica la ruptura de otro hábito moral opues-
to, o sea de un vicio. Para recompensar, pues, esta interrupción del
curso habitual de la mala conducta humana, es congruente que Dios
otorgue al hombre virtuoso un don que consista esencialmente en la
interrupción del curso habitual de las leyes naturales, que es el mila-
gro. Así, el prodigio moral queda recompensado con el prodigio físico.
Pero, además, la virtud del místico es una imitación de la virtud del
profeta Mahoma, dechado de santidad; luego también es congruente
que sea premiada por Dios con un don equivalente al que al profeta
le corresponde, o sea con el carisma, que en su esencia en nada difiere,
como vimos, del milagro propiamente dicho. Ambos, en efecto, son
fenómenos que están fuera o sobre las fuerzas de la naturaleza física.
El milagro lo realiza Dios para confirmar la veracidad del profeta.
El carisma, para honrar al santo y moverle a que persevere en el ca-
mino de la perfección. Sólo, pues, en el fin respectivo de uno y otro
se diferencian.
Hasta en el mecanismo de su producción coinciden, según Abena-
rabi. Existe, efectivamente, en la psicología natural humana, cierta
facultad o energía, que los sufíes llaman "aspiración", "voto" o "in-
tención" (himma) y "sinceridad" (sidc), la cual, aun en los hombres
normales y en la vida corriente, produce fenómenos que nada tienen
de preternaturales y que, sin embargo, semejan prodigios. Abenarabi
cita como ejemplos los frecuentes fenómenos de autosugestión, debidos
a la facultad que los escolásticos llamaron "extimativa" o "aprehensi-
va": sobre una plancha tendida en el suelo, pasa el hombre sin dificul-
tad ni temor alguno de caerse; pero si está tendida en lo alto sobre un
abismo, imagínase vivamente que se va a caer, y esta simple autosu-
gestión o aprehensión basta para hacerle caer de veras. La fascinación