Page 238 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Análisis de su proceso psicológico 227
que en su génesis ninguna parte tuvo el alma que los experimenta, sino
que son, más bien, dones infusos y gratuitos de Dios que los otorga
cuando, como y a quien bien le place. De aquí que el éxtasis se dé lo
mismo en los místicos perfectos, que en los que todavía no llegaron a
la unión; pero con esta diferencia: que en aquéllos se da con y sin pre-
paración previa, mientras que en éstos viene ordinariamente precedido
de preparación (1 ).
Porque urge añadir que esta naturaleza infusa y gratuita del éxta-
sis no equivale para Abenarabi a falta absoluta de condiciones prepa-
ratorias en el sujeto. Ya hemos visto efectivamente cómo aparecía casi
siempre el trance extático en las etapas últimas de los procesos de
la intuición y como fruto, diríamos normal, de los varios ejercicios de-
votos, singularmente del canto religioso v de la oración de soledad.
Ahora bien, así aquellos procesos—revelación, iluminación, contempla-
ción—como estotros ejercicios, ya vimos que preexigen la práctica ex-
terior e interior de determinadas virtudes que disponen al alma, por
la negación de todo cuanto no es Dios, a la unión con El (2).
Examinemos ahora el proceso psicológico del trance, a la luz de las
descripciones que esporádicamente nos hace de él Abenarabi. Una limi-
tación gradual del campo de la conciencia del mundo exterior, com-
pensada por un acrecimiento de la conciencia del mundo interior, es el
principal carácter que ostenta el éxtasis: la concentración y recogi-
miento de la actividad mental sobre una sola idea, la de Dios, por eli-
minación de toda noticia, imagen y pensamiento de las cosas criadas,
va difuminando y excluyendo del horizonte consciente la presencia de
todas ellas. Seis grados o momentos sucesivos distingue Abenarabi en
este proceso de la inconsciencia que caracteriza al éxtasis. En el 1.°, el
místico pierde la conciencia de los actos humanos, así propios como
ajenos, porque los concibe como efectos de Dios, causa única. En
el 2.°, pierde la conciencia de sus facultades, potencias o atributos,
que concibe como propios de Dios, aunque conservando todavía la
conciencia de su ser individual, como sujeto en el cual Dios se revela
(1) Fotuhat, [I, 65, 706-707.
(2) Cfr. supra, VII, VIH, X.