Page 59 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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52            Parte  I. —  Vida de Abenarabi
          "Cierto dia, iba yo acompañado de un santo siervo de Dios, que le decían
        el peregrino giróvago
                          r UJ\), Yúsuf, de Ecija, místico iletrado, pero
        de esos que viven consagrados a Dios tan por entero, que Dios  les alumbra
        con su luz. Pasamos ambos junto a un mendigo que decía: "¿Quién me da al-
        guna cosa por amor de Dios?" Un hombre abrió su bolsa llena de monedas
        de plata y se puso a escoger entre  ellas una pieza pequeña para dársela  al
        mendigo. Al fin encontró una monedita que valía la octava parte de un dirhem
        [25 centigramos] y se la entregó. Entretanto, aquel santo siervo de Dios, que
        estaba mirándole, me dijo: "¿Sabes, fulano, qué es lo que estaba tratando de
        averiguar ese individuo?" Respondí: "No." Y él me dijo: "Pues trataba de ave-
        riguar lo que él vale a los ojos de Dios, puesto que le ha dado su limosna al
        mendigo por amor de Dios, y la cantidad que por Dios  le ha dado es la que
        mide su valor y precio a los ojos de Dios."
          Dos santas ancianas sirviéronle también de maestras de espíritu:
       Jazmín, sufí de Marchena, y Fátima, de Córdoba, extática de noventa
       y cinco años de edad  (1).
         "Una  de  las  clases de santos amigos de Dios  es  la de  los gemidores
                ^  e" a P ertenecen  así hombres como mujeres. De estas últimas
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        encontré yo una en Marchena de los Olivos, de las tierras de Alandalus. Lla-
       mábase Jazmín      era de avanzada edad. Santifica Dios a estos
                 (  -W6_w,Lj ), y
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        místicos mediante los gemidos que de sus pechos exhalan, porque se sienten
        incapaces de alcanzar  la perfección  espiritual y se lamentan  al encontrar en
       sus corazones que no encuentran lo que creen perdido."
          A Fátima especialmente, la acompañó durante dos años seguidos,
       en calidad de discípulo y criado, conviviendo con  ella honestísima-
       mente en una choza de cañas que él mismo construyó en las afueras
       de Sevilla, para habituarse a la vida eremítica y experimentar de cer-
       ca los maravillosos fenómenos telepáticos que Fátima realizaba y las
       apariciones de los genios que se presentaban a su evocación, bajo
       apariencias corpóreas o sin ellas (2).
         "Yo serví como fámulo y discípulo en Sevilla a una mujer, de las amantes
       de Dios y místicas  intuitivas, que se llamaba Fátima,  hija de Almotsana  el

         (1)  Fotahat,  Ií, 46. Cfr. Risalat al-cods, § 54 y 55, donde las llama, respec-
       tivamente, "Sol, la Madre de los pobres" y "Nuña Fátima".
         (2)  Fotahat, M, 459.
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