Page 66 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Pasa a Africa 61
siete años de edad, el cual veía desde la playa un barco navegando
fuera del horizonte sensible (1).
"El maestro de espíritu Abumedín tenía un hijo pequeño, de una negra.
Abumedín poseía la virtud preternatural de conocer todas las cosas con la
vista. Aquel niño, que tenía siete años de edad, miraba y decía: "Veo en el
mar, en tal y cual lugar, unos barcos y en ellos está ocurriendo esto y lo
otro." Cuando pasaban unos días y llegaban aquellos barcos a Bugía (que era
la ciudad del niño, en la cual estaba) resultaba que efectivamente era como el
niño había dicho. Decíanle entonces al niño: "¿Con qué lo ves?" Y respondía:
"Con mis ojos." Pero a seguida rectificaba: "¡No! Tan sólo lo veo con mi co-
razón." Y luego añadía: "¡No! Tan sólo lo veo con mi padre: cuando está
presente y lo miro, es cuando veo lo que os referí; y cuando se ausenta de mí,
no veo nada de eso."
No debió ser muy larga la estancia de Abenarabi en Bugía, pues-
to que muy pronto, en 590 (1193 de J. C), lo encontramos ya en Tú-
nez, gozando de extraordinario favor en la corte del gobernador almo-
hade y estudiando el libro místico titulado ¡al al-nalain de Abulcásim
b. Casi, el iniciador de la rebelión del Algarbe contra los almorávides.
De este libro escribió después un comentario, que existe manuscrito
en Constantinopla (2).
"Guárdate de aceptar un regalo de la persona en cuyo favor hiciste alguna
recomendación, pues eso es pecado de usura, prohibido por Dios y su Profe-
ta. Algo parecido me ocurrió a mí en Túnez, de las tierras de Ifriquía: Uno
de los personajes principales de la ciudad invitóme a su casa para hacerme
un agasajo que me tenía preparado. Acepté el convite, pero así que penetré
en su casa y me ofreció el banquete, solicitó de mí una recomendación en su
favor para con el gobernador de la ciudad. Como efectivamente mi influencia
con éste era tanta, que seguía en todo mis indicaciones, accedí gustoso a hacer
la recomendación que me pedía; pero inmediatamente me levanté de la mesa
sin probar bocado ni aceptar los regalos que me ofrecía, aunque en seguida
fui a hacer la recomendación que fué completamente eficaz. Yo en aquella oca-
sión no había leído aún la sentencia del Profeta [a que antes aludí] ; de modo
que si obré así, fué tan sólo por dignidad y pundonor. Dios por su gracia y
especial providencia me libró de incurrir en pecado."
(1) Fotuhat, I, 288.
(2) Fotuhat, IV, 634.