Page 81 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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"Guárdate de la contumacia en el pecado; antes bien, arrepiéntete de él,
volviéndote hacia Dios en todo momento, así que lo hayas cometido. Refirió-
me en Córdoba un santo varón de esta ciudad lo siguiente: "Había yo oído
decir que en Murcia vivía un hombre muy sabio (a quien yo conozco—dice
Abenarabi entre paréntesis— y al cual vi para asistir a su clase el año 595 en
Murcia; era este sabio un hombre de conducta muy desarreglada; la única ra-
zón que me impide el dar aquí su nombre es precisamente el temor de que si
lo nombro se sabrá de quién se trata.) Díjome, pues, aquel santo varón de
Córdoba: "Fui un dia a su casa con el propósito de visitarlo; pero se negó a
salir a recibirme, por estar de juerga con sus amigos. Yo insistí en que necesi-
taba verlo personalmente. El dijo al criado: "Hazle saber en lo que estoy ahora
ocupado." Yo le respondí: "Es indispensable que yo lo vea." Mandó, pues, que
entrase, y entré cuando ya no les quedaba vino en los vasos que tenían en la
mano. Uno de los presentes le dijo: "Escribe a fulano que nos envíe algo de
vino." Pero él replicó: "¡No haré tal! ¿Es que acaso queréis que yo sea contu-
maz en mi pecado contra Dios? Por Dios juro que no beberé un vaso de
vino, cuando me lo den, sin arrepentirme en seguida y pedir perdón a Dios, y
ya no esperaré otro vaso ni pensaré en él; y cuando me llegue otra vez el turno
y el escanciador me presente el vaso para que lo tome, examinaré bien mi con-
ciencia y, si me parece bien tomarlo, lo tomaré y me lo beberé, pero arrepin-
tiéndome en seguida. ¡Puede ser que así Dios me otorgue la gracia de que
llegue al fin un momento en que no me venga a las mientes la idea de ofender-
le!" Dijo el santo asceta: "Y me maravillé de que dijese aquello, a pesar de lo
inmoral de su conducta, es decir, cómo aquel hombre depravado no dejaba de
preocuparse de eso." El tal ya murió. ¡Dios lo haya perdonado!"
Breve debió de ser su permanencia en Murcia, puesto que a 11 de
ramadán del mismo año (7 de julio de 1198) aparece ya de regreso
en Almería. Era esta ciudad foco de una escuela sufí de grande influ-
jo en la vida religiosa y política de la España almotiade, desde que
el maestro Abulabás b. Alarif, autor del célebre libro Mahásin al-
machalis, fomentó con sus predicaciones la sublevación de los moridín
contra la dinastía almorávide, en la primera mitad de aquel siglo. Uno
de sus predilectos discípulos, Abuabdalá el Gazal, continuaba en Al-
mería sus enseñanzas esotéricas. La amistad de éste con Abenarabi
y la circunstancia de estar en ramadán, el mes sagrado, movió a nues-
tro místico a permanecer en Almería más tiempo del preciso para sus
negocios. Allí, entregado a la oración y a la penitencia, en la soledad
de una celda, recibió una revelación de Dios, confirmada en un sueño