Page 94 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Estancia en Egipto         87
        mos difundíanse a  lo lejos y nos alumbraban a nosotros mismos. De impro-
        viso penetró en  la estancia una persona de bellísimo  rostro, y con elegantes
        palabras dijo: "¡Yo soy  el mensajero que  la Verdad os envia!" Yo  le  dije:
        "¿Y cuál es el mensaje que nos traes?" El respondió: "Sabed que el bien está
        en el ser y el mal en el no ser. El da el ser al hombre por su generosidad y le
        hace caer en el éxtasis, incompatible con su propio ser. Con los nombres y atri-
        butos de Dios revístese el hombre; mas al contemplar la divina esencia, pierde
        de aquellos nombres y atributos la conciencia. Ve entonces en su propia alma
       a Dios, y así retorna  el número a su principio, porque ya no existes  tú, sino
        que sólo El existe." Referí yo entonces a mis compañeros  lo que acababa de
        sucederme en aquel éxtasis, y ellos se alegraron y dieron gracias a Dios. Lue-
       go, recliné mi cabeza sobre mi almohada y me puse a componer mentalmente
        unos versos sobre la intuición extática, mientras mis compañeros dormían. De
       pronto, Abdala el de Alorón se despertó y a gritos me llamó, pero no le respon-
        dí como  si estuviese dormido; él, sin embargo, me dijo: "¡Tú no duermes! ¡Lo
       que haces es componer una poesía sobre la intuición extática de Dios y de su
        unidad!" Levanté yo entonces mi cabeza y le dije: "Y ¿de dónde te has sacado
       eso?" El me respondió: "Porque te he visto en sueños anudar una red sutil y
       he interpretado los hilos sueltos, que tú anudabas en forma de red, como sím-
       bolo de ideas dispersas que tú tratabas de compaginar y de palabras aisladas
       con las que intentabas componer un verso, y me dije: "Este está haciendo una
       poesía." Yo  le respondí: "Efectivamente, tienes razón. Pero ¿de dónde te has
       sacado que la poesía trataba de la intuición extática de Dios y de su unidad?"
        El me replicó: "Porque me he dicho: "Con  la red no es capaz de cazar, más
       que  el hombre dotado de un espíritu vivo y no vulgar. Ahora bien, yo no en-
       cuentro poesía en que haya espíritu, vida y originalidad,  si no es aquella que
       trata de cuanto a Dios se  refiere." Esta interpretación que dió de su visión
       en sueños me gustó más que todas."
          Estas doctrinas, enseñadas quizá por Abenarabi al vulgo sufí, de-
       bieron llegar a oídos de algunos alfaquíes celosos de la fe ortodoxa,
       los cuales acusáronle de heterodoxo o infiel ante las autoridades y pi-
       dieron su encarcelamiento y su cabeza. Comenzaban ya las persecu-
       ciones contra sus teorías y las seculares disputas entre los teólogos
       musulmanes acerca de su ortodoxia. A Abenarabi no pudo sorprender-
       le esta actitud de los alfaquíes, porque, de una parte, Dios mismo ha-
       bíale anunciado años antes, viviendo en Meca, que habría de sufrir
       pruebas en su reputación, vivo y después de muerto, y, de otra parte,
       jamás se había ocultado para censurar acremente de palabra y por es-
       crito la ignorancia e inmoralidad de los alfaquíes de Occidente y de
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