Page 96 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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        tardó en ver el cumplimiento de esta profecía, pues en el curso de sus
        peregrinaciones hacia  el Asia Menor, llegó hasta Conia  (la antigua
        lconium de Licaonia), capital de la parte del imperio bizantino some-
        tida  al islam, cuyo rey Caicaus  I acababa de subir al trono en 607
        (1210 de  J. C). La fama de Abenarabi habíale precedido antes de
        llegar a su corte, y el rey en persona púsose en camino para salir a
        recibirle honoríficamente. Una vez en Conia, para obligarle, sin duda,
        a permanecer de un modo estable en la ciudad, ordenó que se le die-
        ra en regalo una magnífica casa por valor de cien mil monedas de
        plata, que Abenarabi aceptó; pero, después de ocuparla algún tiempo,
        encontróse cierto día con un mendigo, a quien se la dió de limosna,
        diciendo que era lo único que poseía como propio (Fotuhat,  1, 9 de
        la biog.) Este período de relativa quietud en Conia permitióle reanu-
       dar la redacción de sus obras. Dos son las que escribió en este lugar
       y año: una, Maxáhid al-asrar (Intuiciones de los misterios), y otra,
       Risalat al-amvar (Epístola de las luces), en que enumera las ilumina-
       ciones con que Dios premia  al místico que vive en  la soledad. Sus
        ocios, que no debieron ser muchos, empleábalos en  el trato con los
       sufíes que querían aprovecharse de sus ejemplos y enseñanzas. Uno
       de sus más nombrados discípulos, Sadrodín de Conia, autor de mu-
       chos libros místicos, formóse en la ciencia esotérica bajo su dirección,
       en esta su ciudad natal. Por el testimonio de este discípulo sabemos
       que Abenarabi se vió favorecido entonces con celestiales apariciones
       de los espíritus proféticos que se presentaban a sus ojos bajo forma
       corpórea o se unían místicamente con el alma de Abenarabi en sobre-
       naturales raptos extáticos  (1). Las gentes, admiradas de su tauma-
       turgia, acudían a cerciorarse de cerca, para disipar sus dudas. Un

         (1)  Xadsarat adsáhab, 816: "Su discípulo de Conia, Sadrodín, dice de él:
       "Tenía  la facultad de unirse con cualquiera de los espíritus de los profetas y
       santos pasados, de  tres maneras  distintas:  1.*, bajando ese  espíritu  a  este
       mundo y tomando un cuerpo fantástico, de forma semejante a  la figura sensi-
       ble y física que poseyó en vida;  2. a , apareciéndosele en  el sueño;  3.', despo-
       jándose Abenarabi de su propio cuerpo para unirse con  el espíritu del santo o
       profeta."
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