Page 101 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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94             Parte  I. —  Vida de Abenarabi
        calles de los musulmanes, mostrando sus crucifijos o cualquiera de sus libros
       sagrados; que no enterrasen a sus muertos cerca de los musulmanes; que no
        hiciesen sonar sus campanas, sino ligeramente; que no levantasen su voz en
       sus iglesias para los cantos litúrgicos en presencia de los musulmanes; que no
       sacasen a la calle la procesión de los ramos,  ni levantasen su voz  al enterrar
        a sus muertos, ni llevasen luces en público."
          Por lo demás, todo el Fotuhat respira ese odio político de Abena-
        rabi contra los cristianos, cuya convivencia anatematiza a cada paso,
        aconsejando  la unión de todos los musulmanes para evitar la ruina
        del islam a manos de los cristianos (1).
         "Guárdate de convivir con los infieles o de visitarlos, <en cuanto te sea po-
        sible, pues has de saber que quien con ellos vive, pudiendo  evitarlo, no tiene
        nada de musulmán... Por eso nosotros consideramos  ilícito en estos tiempos
        que los musulmanes visiten  el templo de Jerusalén y que vivan en esta ciudad:
        porque está en manos de los infieles, los cuales, por lo tanto, ejercen la auto-
        ridad y tienen  la jurisdicción sobre los musulmanes y éstos viven  allí  en  la
        más depresiva situación."  "... Trata con amor a todos los siervos de Dios que
        profesan  la verdadera  fe; salúdalos en público, dales de comer y atiende a
        todas sus necesidades, pues has de saber que los fieles forman en conjunto un
        solo cuerpo, como  si fuesen una persona;  asi como cuando un órgano  del
        cuerpo está enfermo, todos los otros órganos del cuerpo responden a sus que-
        jas poniéndose febriles, así también todo fiel creyente, cuando ve a su hermano
        aquejado por alguna desgracia, debe sentirla como propia y condolerse de su
        dolor. Si  el creyente no hace esto con los demás creyentes, es que la herman-
        dad de la fe no existe entre ellos realmente. Dios ha establecido la hermandad
        entre los creyentes como entre los miembros del cuerpo humano." "Trata con
        consideración a todo muslim en cuanto  tal y  sin establecer diferencia entre
        ellos, como tampoco la establece  el islam. Ni digas: "Este es persona de auto-
        ridad, de posición elevada, de fortuna, este es grande, y este otro es pequeño,
        pobre y vil." No desprecies  al pequeño  ni  al grande. Antes bien, considera  al
        islam como una sola persona y a los musulmanes como  si fueran  los miem-
        bros de esa persona. Porque así  es, efectivamente, pues  el islam no tiene rea-
        lidad sino por los musulmanes, como  el hombre no tiene realidad sino por sus
        miembros y potencias,  así exteriores como  interiores." "¡Oh, Señor Nuestro!
        ¡Ayúdanos contra  el pueblo de los infieles!"
          Movido,  sin duda, por  las continuas invitaciones de Caicaus  I,
        Abenarabi decidió abandonar a Bagdad para  ir de nuevo a su Corte

          (1)  Fotuhat, IV, 596, 601, 716-8.
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