Page 197 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 197

habrá. ¡Dese prisa y enséñeme algún sitio donde poder

                  instalarme!


                  Bajó sin contestar y me llevó a una habitación que, por las


                  trazas, debía de ser la mejor. Había una buena alfombra,

                  aunque cubierta de polvo, una chimenea con una orla de papel

                  pintado que se caía a pedazos, una excelente cama de roble


                  con cortinas carmesí modernas y costosas... Pero todo tenía un

                  aspecto descuidadísimo. Las cortinas colgaban de cualquier

                  manera, medio arrancadas de sus anillas, y la varilla metálica

                  que las sustentaba estaba torcida, de modo que los cortinajes


                  arrastraban por el suelo. Las sillas estaban estropeadas y

                  grandes desperfectos afeaban el empapelado de las paredes.


                  Me preparaba a posesionarme de la alcoba, cuando oí decir a


                  mi torpe guía:


                  —Esta es la habitación del amo.


                  Entretanto, la cena se había enfriado, el apetito disipado, y se

                  me había agotado la paciencia. Insistí violentamente en que se


                  me diese un sitio donde descansar.


                  —¿Dónde demonios?...—comenzó el bendito viejo. —¡Dios me

                  perdone!


                  ¿Dónde demonios quiere instalarse usted? ¡Vaya una lata! Ya le


                  he enseñado todo, menos el tabuco de Hareton. No hay en toda

                  la casa otro sitio donde dormir.












                                                          197
   192   193   194   195   196   197   198   199   200   201   202