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Borrascosas en una noche como aquella y por qué no quería
quedarse.
—Debiera y quisiera hacerlo para atender y consolar a Eduardo
y cuidar de la niña, ya que ésta es mi verdadera casa. Pero
Heathcliff no me dejaría.
¿Crees que soportaría el saber que yo estaba tranquila y que
aquí reinaba la paz? ¡Se apresuraría a venir a perturbarnos!
Estoy segura de que me odia tanto, que no puede tolerar mi
presencia. Cada vez que me ve, los músculos de su cara se
contraen en una expresión de odio. Ahora bien: como no puede
soportarme, estoy segura de que no va a perseguirme a través
de toda Inglaterra. Así, pues, debo irme muy lejos. Ya no deseo
que me mate, prefiero que se mate él. Ha conseguido extinguir
mi amor. Ahora me siento libre. Sólo puedo recordar cómo le
amaba, pero de un modo vago, y aún imaginar cómo le amaría
si... Pero no; aunque me hubiese adorado, no habría dejado de
mostrar su infernal carácter. Sólo un gusto tan pervertido como
el de Catalina podía llegar a tener afecto hacia este hombre.
¡Qué monstruo! Quisiera verle completamente borrado del
mundo y de mi recuerdo.
—Vamos, calle —le dije. —Sea más compasiva. Es un ser
humano, al fin.
Hay otros peores que él.
—No es un ser humano —repuso— y no tiene derecho a que le
compadezca. Le entregué mi corazón, y después de
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