Page 396 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 396
pronunciación. Mis libros de versos y en prosa eran sagrados
para mí, por los recuerdos que me despertaban, y me es odioso
verlos mancillados cuando los repite su boca. Además, ha
elegido para aprender mis obras favoritas, como si lo hiciera a
propósito para molestarme...
Durante unos instantes, el pecho de Hareton se agitó en
silencio. Estaba colérico y mortificado, y le costó mucho
dominarse. Yo me puse en pie y me asomé a la puerta. Él salió
de la habitación, y a los pocos minutos volvió cargado con
media docena de libros. Se los echó a Cati en el regazo y dijo:
—Ahí los tienes. No quiero volver a verlos más, ni a leerlos, ni a
ocuparme para nada de lo que dicen.
—Yo no los quiero —contestó ella. Me harían recordarte, y los
odiaría.
Sin embargo, abrió uno, que mostraba haber sido manoseado
muchas veces, y comenzó a leer un pasaje con la pronunciación
lenta y dificultosa de alguien que estuviera aprendiendo a leer.
Después se echó a reír y lo tiró.
—¡Escuchad! —dijo después. Y comenzó a recitar de la misma
manera los versos de una antigua balada.
Él no pudo aguantar más. Oí —sin sentirme inclinado a
censurarle del todo
— un bofetón que hizo callar la provocativa lengua de la
muchacha. Ella había hecho todo lo posible para exasperar los
396