Page 416 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 416

C A P Í T U L O XXXIII





                  El martes siguiente, Earnshaw estaba aún imposibilitado de


                  trabajar. Meice cargo enseguida de que en lo sucesivo no me

                  sería fácil retener a la señorita a mi lado como hasta entonces.

                  Ella bajó antes que yo y salió al jardín, donde había visitado a

                  su primo. Al ir a llamarlos para desayunar, vi que le había


                  persuadido a arrancar varias matas de grosellas, y que estaban

                  trabajando en plantar en el espacio resultante varias semillas

                  de flores traídas de la Granja. Quedé espantada de la


                  devastación que en menos de media hora habían operado. A

                  Cati se le había ocurrido plantar flores precisamente en el sitio

                  que ocupaban los groselleros negros, a los que José quería más


                  que a las niñas de sus ojos.


                  —¡Oh! —exclamé. —En cuanto José vea esto se lo dirá al señor.

                  ¡Y no sé cómo va usted a disculparse! Vamos a tener una buena

                  rociada, se lo aseguro. No creía que tuviera usted tan poco


                  caletre, señor Hareton, como para hacer ese desastre porque la

                  señorita se lo haya dicho.


                  —Me había olvidado que eran de José —repuso Earnshaw

                  desconcertado.



                  —Le diré que fue cosa mía.


                  Comíamos siempre con el señor Heathcliff, y yo ocupaba el

                  lugar del ama de casa, repartiendo la comida y preparando el


                  té. Cati acostumbraba a sentarse a mi lado, pero aquel día se





                                                          416
   411   412   413   414   415   416   417   418   419   420   421