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La había agarrado por el cabello. Hareton trató de separarle de

                  ella y le rogó que no la maltratase. Los ojos de Heathcliff

                  despedían centellas. Ya iba yo a auxiliar a Catalina, cuando de


                  pronto él le soltó el cabello, la cogió por el brazo y la miró

                  fijamente. Luego le tapó los ojos con la mano, procuró

                  dominarse y dijo a Catalina:



                  —Ten mucho cuidado en no enfurecerme, porque si no, te

                  aseguro que un día te mato. Vete con la señora Dean, estate

                  con ella y dile a ella todas las desvergüenzas que se te antojen.

                  ¡Y si Hareton Earnshaw te presta oído, ya le haré que se vaya a


                  ganarse el pan donde le parezca bien! ¡Tú harás de él un

                  perdido y un pordiosero! ¡Llévatela de aquí, Elena! ¡Idos todos!


                  Me llevé a la señorita que, contenta de haberse librado de la


                  tormenta, no se resistió. Hareton se fue detrás de nosotras y el

                  señor Heathcliff se quedó solo. Yo había aconsejado a Cati que

                  comiera en su cuarto, pero cuando Heathcliff vio que el sitio de

                  la joven estaba vacío, me mandó llamarla. Él no habló con


                  nadie, comió poco y se fue enseguida diciendo que no volvería

                  hasta el anochecer. Los dos primos se instalaron, en ausencia

                  del amo, en el salón, y oí a Hareton reprochar a su prima la

                  actitud que había adoptado con Heathcliff. Le dijo que no


                  quería oírla tratarle así, que él le defendería aunque fuese el

                  diablo en persona, y que si ella quería injuriar a alguien, prefería

                  que le injuriase a él mismo, como antiguamente. Cati comenzó


                  a molestarse, pero él le tapó la boca preguntándole si a ella le

                  gustaría oír hablar mal de su padre. Ella comprendió entonces






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