Page 431 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 431
calmado. Bajo sus negras cejas se notaba la misma anormal
expresión de alegría, la misma cara pálida y la misma sonrisa
en sus dientes entreabiertos. El cuerpo le temblaba, pero no
como cuando se tiembla de frío o de decaimiento, sino como
cuando uno está excitado. Parecía una cuerda demasiado
tensa.
—¿Ha tenido usted alguna buena noticia, señor Heathcliff? —le
pregunté.
—Me parece encontrarle muy animado.
—No sé de dónde me van a dar buenas noticias — respondió. —
A lo único que me siento animado es a comer. Y, al parecer, hoy
no se come aquí.
—Tome, tome la comida —repuse. —¿Por qué no come?
—No la quiero todavía —dijo inmediatamente. Elena, haz el
favor de decir a Hareton y a la muchacha que no vengan por
acá. Quiero estar solo.
—¿Le han dado algún motivo para que los destierre? —
pregunté.
—Vamos, señor Heathcliff; dígame qué le pasa. ¿Dónde estuvo
usted anoche? No se lo pregunto por curiosidad. Es que...
—Me lo preguntas por una curiosidad tonta –respondió—, pero,
no obstante, te contestaré. Esta noche he estado a las puertas
del infierno. Hoy, en cambio, estoy a las puertas de mi paraíso.
431