Page 433 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 433

—El amo dice que le lleves una luz y le enciendas el fuego.


                  Yo no me atrevía a volver a entrar. José entró en el salón

                  llevando una palada de brasas y una bujía, pero salió


                  enseguida, trayendo de paso la comida del amo, y nos dijo que

                  éste se iba a acostar y que hasta el día siguiente no comería

                  nada.


                  Sentimos a Heathcliff subir la escalera, mas no se fue a su


                  habitación, sino a aquella donde está la cama con tabiques de

                  madera. Como la ventana de ese cuarto es bastante ancha, se

                  me figuró que acaso quería salir por ella sin que lo


                  averiguáramos.


                  «¿Será un duende o un vampiro?», me pregunté.


                  Yo había leído cosas acerca de esos horribles demonios


                  encarnados. Pero al recordar que yo misma le había cuidado

                  cuando era niño, cómo había asistido a su desarrollo hasta que

                  llegó a la juventud y cómo había seguido paso a paso casi toda

                  su vida, reconocí que era absurdo dejarme llevar de tales


                  errores.


                  «Sí; pero ¿de dónde procedía aquella negra criatura que un

                  buen hombre recogió para su propio mal? », repetía dentro de


                  mí la superstición. Y yo me debatía en un laberinto de

                  suposiciones, medio dormida ya, buscando alguna definición

                  que concretase lo que era Heathcliff. En sueños evoqué toda su

                  vida, y al final me figuré que asistía a su muerte y a su sepelio,


                  de todo lo cual no recuerdo otra cosa sino que me veía muy






                                                          433
   428   429   430   431   432   433   434   435   436   437   438