Page 70 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 70

Me llevó bajo la araña del salón. La señora Linton se puso las

                  gafas para examinarme, y los cobardes chicos se acercaron

                  también, muy asustados. Isabel balbució:



                  —¡Qué horror! Enciérralo en el sótano, papá. Se parece mucho al

                  hijo de la gitana que me robó mi faisancito domesticado.

                  ¿Verdad, Eduardo?


                  Mientras me miraba, apareció Catalina, y se echó a reír al oír a


                  Isabel. Eduardo Linton, después de contemplarla fijamente,

                  llegó un momento en que la reconoció. Algunas veces nos

                  hemos encontrado en la iglesia.



                  —¡Es Catalina Earnshaw! —exclamó. —Y mira cómo le sangra el

                  pie, mamá.


                  —No digas disparates. ¡Catalina Earnshaw en compañía de un


                  gitano! ¡Oh! Y, sin embargo, lleva luto. Pues es ella. ¡Y pensar

                  que podría haberse quedado coja!


                  —¡Qué descuido tan incomprensible en su hermano! ...—dijo el

                  señor Linton, volviéndose hacia Catalina— Verdad es que he


                  sabido por el padre Shielded que no se ocupan para nada de su

                  educación. ¿Y éste? ¿Quién es éste? ¡Ah, ya!, es aquel niño

                  vagabundo que nuestro difunto vecino trajo de Liverpool.


                  —De todos modos es un niño malo, que no debía vivir en una


                  casa respetable —observó la vieja señora. —¿Oíste cómo

                  hablaba, Linton? Me disgusta que mis hijos le hayan oído. Volví

                  a maldecirles cuanto pude — perdóname, Elena— y entonces


                  mandaron a Roberto que me echase fuera. No quise irme sin





                                                           70
   65   66   67   68   69   70   71   72   73   74   75