Page 213 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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»Conocí al Hombre Espíritu en Río Grande, cuando yo estaba con Ewen

               Cameron. Le salvé la vida de los mexicanos en una ocasión. Ató el cordel de
               un wampum fantasma entre él y yo, un wampum que ningún hombre, excepto
               él y yo, podíamos ver o sentir. Vino cuando supo que le necesitaba, en aquella
               pelea en el manantial de Locust Creek, cuando me hice esta cicatriz.

                    »Estaba  tan  muerto  como  se  puede  estar.  Mi  corazón  estaba  partido  en
               dos, como el corazón de un novillo sacrificado.
                    »Durante toda la noche, el Hombre Espíritu hizo magia, llamando a mi
               espíritu para que volviera de la tierra de los muertos. Recuerdo algo de ese

               viaje. Estaba oscuro, y borroso, y yo vagué a través de brumas grises y oí a
               los muertos gimiendo a mi lado entre la niebla. Pero el Hombre Espíritu me
               trajo de vuelta.
                    »Se llevó lo que quedaba de mi corazón mortal, y puso el corazón del dios

               en mi pecho. Pero es suyo, y cuando yo termine de usarlo, vendrá a buscarlo.
               Me  ha  mantenido  vivo  y  fuerte  durante  el  tiempo  que  dura  la  vida  de  un
               hombre. La edad no puede tocarme. ¿Qué me importa que los idiotas de por
               aquí me llamen viejo mentiroso? Lo que yo sé, lo sé. ¡Pero escuchad!

                    Sus dedos se engarfiaron, agarrando ferozmente la muñeca de Doc Blaine.
               Sus viejos ojos, viejos pero extrañamente jóvenes, ardían con la ferocidad de
               un águila bajo sus pobladas cejas.
                    —¡Si por algún infortunio llegara a morir, ahora o más tarde, prometedme

               esto! ¡Abrid mi pecho y llevaos el corazón que Hombre Espíritu me prestó
               hace  tanto  tiempo!  Es  suyo.  ¡Y  mientras  siga  latiendo  en  mi  cuerpo,  mi
               espíritu estará atado a ese cuerpo, aunque mi cabeza haya sido aplastada como
               un huevo de un pisotón! ¡Como una cosa viva dentro de un cuerpo putrefacto!

               ¡Prometedlo!
                    —De  acuerdo,  lo  prometo  —replicó  Doc  Blaine,  para  seguirle  la
               corriente, y el viejo Jim Garfield se volvió a postrar con un suspiro de alivio.
                    No murió aquella noche, ni la siguiente, ni la siguiente. Recuerdo bien el

               día siguiente, porque fue aquel día cuando tuve la pelea con Jack Kirby.
                    La gente aguanta mucho a un fanfarrón, antes de derramar sangre. Debido
               a que nadie se había tomado la molestia de matarle, Kirby creía que todo el
               mundo en la región le tenía miedo.

                    Había comprado novillos a mi padre, y cuando mi padre fue a cobrarle,
               Kirby le dijo que me había dado el dinero a mí, lo cual era mentira. Fui a
               buscar a Kirby, y lo encontré en un tugurio de alcohol ilegal, jactándose de lo
               duro que era, y contándole a la concurrencia que iba a darme una paliza y

               obligarme a decir que me había dado el dinero, y que me lo había quedado




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