Page 256 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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Zavalla. Sabes que llamaban a su mujer Jezebel, y la gente decía que era una

               bruja. Era una moza mulata y mucho más joven que Joel. Echaba la fortuna, e
               incluso  algunos  de  los  blancos  tenían  miedo  de  ella.  Yo  no  daba  crédito  a
               aquellas habladurías.
                    Bueno, cuando estábamos reuniendo el ganado para el viaje, me encontré

               cerca del Arroyo Zavalla hacia el anochecer; mi caballo estaba cansado, y yo
               tenía hambre, así que decidí parar en casa de Joel y hacer que su mujer me
               preparase  algo  de  comer.  De  manera  que  fui  hasta  su  cabaña  en  mitad  del
               claro de robles, y Joel estaba cortando madera para cocinar una ternera que

               Jezebel estaba estofando sobre una fogata. Recuerdo que llevaba un vestido a
               cuadros rojos y verdes. No lo olvidaré fácilmente.
                    Me  dijeron  que  desmontase  y  así  lo  hice;  me  senté  y  comí  una  cena
               abundante, y luego Joel sacó una botella de tequila y echamos un trago, y dije

               que podía ganarle a los dados. Me preguntó si tenía dados, y le dije que no, y
               me  dijo  que  él  tenía  unos  dados  y  que  jugaría  por  una  moneda  de  cinco
               centavos.
                    Así que nos pusimos a echar los dados, y a beber tequila, y yo me puse

               morado  y  me  entusiasmé  mucho,  pero  Joel  me  ganó  todo  el  dinero  que
               llevaba  encima,  que  eran  aproximadamente  cinco  dólares  y  setenta  y  cinco
               centavos. Aquello me enfureció, y le dije que echaría otro trago y me subiría
               al caballo y me marcharía. Pero él dijo que la botella estaba vacía, y yo le dije

               que sacara otra. Él dijo que no tenía más, y yo me enfurecí más, y empecé a
               jurar y a insultarle, porque estaba bastante borracho. Jezebel salió a la puerta
               de  la  choza  e  intentó  hacerme  montar,  pero  le  dije  que  era  libre,  blanco  y
               mayor  de  edad,  y  que  tuviera  cuidado,  porque  no  me  hacían  gracias  las

               mulatas que se pasaban de listas.
                    Entonces Joel se enfureció y dijo que sí, que tenía más tequila en la choza,
               pero que no me daría un trago aunque me estuviera muriendo de sed. Así que
               dije:

                    —Maldito  seas,  me  emborrachas  y  me  robas  el  dinero  con  dados
               cargados, y ahora me insultas. He visto negruchos colgados por menos que
               eso.
                    Él dijo:

                    —No puedes comerte mi ternera y beber mi licor y luego decir que mis
               dados están cargados. Ningún blanco puede hacer eso. Soy tan fuerte como tú.
                    Yo dije:
                    —Maldita sea tu negra alma, te voy a hacer morder el polvo.

                    Él dijo:




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