Page 30 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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pequeña réplica del templo erigido en honor del dios El-Lil en Nippur, el cual

               probablemente dio lugar a la leyenda de la Torre de Babel.
                    »”Pero lo que ha acabado de rematarlo ha sido que se refiriesen a nosotros
               como acadios. Su imperio fue conquistado y subyugado por Sargón de Acadia
               en  el  2750  a.  C.  Si  estos  son  descendientes  de  un  grupo  que  huyó  de  su

               conquistador, es natural que, aislados en estas tierras interiores y separados
               del resto del mundo, llegaran a llamar acadios a todos los forasteros, al igual
               que las naciones orientales retiradas llaman a todos los europeos francos, en
               recuerdo de los guerreros de Martel que los hicieron retirarse en Tours.

                    »—¿Por qué crees que no los han descubierto hasta ahora?
                    »—Bueno, si hasta aquí ha llegado algún hombre blanco antes, tuvieron
               mucho cuidado de que no escapara para contar la historia. Dudo que ellos se
               aventuren muy lejos; probablemente crean que el mundo exterior está lleno de

               acadios sanguinarios.
                    »En aquel momento la puerta de nuestra celda se abrió para dejar pasar a
               una muchacha delgada, ataviada sólo con un cinto de seda y platillos dorados
               sobre  los  pechos.  Nos  traía  comida  y  vino,  y  observé  cómo  se  detuvo  a

               contemplar  a  Conrad.  Para  mi  sorpresa,  nos  habló  en  un  somalí  bastante
               aceptable.
                    »—¿Dónde estamos? —pregunté—. ¿Qué van a hacer? ¿Quién eres tú?
                    »—Soy Naluna, la bailarina de El-Lil —contestó; y lo parecía; era ligera

               como una pantera—. Lamento veros en este sitio; ningún acadio sale vivo de
               aquí.
                    »—Qué gente tan agradable —gruñí, aunque alegrándome de encontrar a
               alguien con quien pudiera hablar y a quien entender—. ¿Y cuál es el nombre

               de la ciudad?
                    »—Esto  es  Eridu  —dijo—.  Nuestros  antepasados  llegaron  aquí  hace
               muchas  eras  desde  la  antigua  Sumeria,  muchas  lunas  más  al  Este.  Fueron
               expulsados por un rey grande y poderoso, Sargón de los acadios, del pueblo

               del  desierto.  Pero  nuestros  antepasados  no  querían  ser  esclavos  como  sus
               semejantes, así que huyeron, miles de ellos en un gran grupo, y atravesaron
               muchos países extraños y salvajes antes de llegar a estas tierras.
                    »Más allá de aquello, sus conocimientos eran vagos y se mezclaban con

               mitos  y  con  leyendas  improbables.  Conrad  y  yo  lo  discutimos  después,
               preguntándonos si los antiguos sumerios descendieron por la costa occidental
               de  Arabia  y  cruzaron  el  Mar  Rojo  aproximadamente  por  donde  ahora  está
               Moka, o si pasaron por el istmo de Suez y bajaron por el lateral de África. Me

               inclino por la última posibilidad. Probablemente los egipcios los encontraran




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