Page 344 - Fantasmas
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FANTASMAS



          la definición  de mi madre empezaba con  los campeonatos  de la
          serie mundial  y terminaba  cuando  comenzaba  la temporada de
          béisbol.  Cualquiera que haya tenido  hijos pequeños  entenderá
          lo difícil  que puede ser  mantenerlos  ocupados  y entretenidos
          sin salir de casa.  Mi hijo tiene  ahora  doce.años  y vive  con  mi
          ex en Boca Ratón, pero hasta que tuvo  siete años vivimos  todos
          juntos,  como  una  familia,  y recuerdo  cuán  desesperante  podía
          ser  un  día frío y lluvioso,  sin  poder  salir de casa.  Para mi her-
          mano  pequeño  todos  los días eran  fríos  o lluviosos,  pero,  a di-
          ferencia  de otros  niños,  no  era  difícil  mantenerlo  ocupado.  Se
          entretenía  él solo bajando al sótano  en cuanto  llegaba a casa  del
          colegio,  y trabajaba  con  afán toda la tarde  en  uno  de sus  in-
          mensos,  interminables,  técnicamente  complicados  y básicamente
          inútiles  proyectos  de construcción.
                Al principio  le fascinaba  construir  torres  y complicados
          templos  con  vasos  de papel. Creo  recordar  la que pudo ser  la
          primera vez  que  construyó  algo con  ellos.  Era por la noche  y
          la familia estaba reunida  en uno  de nuestros  escasos  rituales  co-
          lectivos:  ver  un  episodio de  M*A*S*H.  Pero, para cuando  lle-
          gó el segundo  intermedio,  todos  habíamos  dejado de prestar
          atención  a los chistes  de Alan  Alda y compañía  y mirábamos
          fijamente  a mi hermano.
                Mi padre estaba  sentado  en  el suelo  con  él, creo  que por-
          que al principio  le había ayudado  con  su  construcción.  Mi pa-
          dre era  también  un poco  autista, un  hombre  tímido y torpe que

          no  se quitaba la pijama durante  los fines de semana,  y cuyas  re-
          laciones  sociales  se limitaban  a mi madre.  Nunca parecía decep-
          cionado  con  Morris,  es  más, nunca  parecía más feliz que cuan-

          do estaba  tumbado  en  el suelo  junto a él fabricando  mundos
          soleados  hechos  de figurillas  de papel. Esta vez,  sin embargo,
          se  apartó  y dejó que Morris  trabajara  solo, con  tanta  curiosi-
          dad como  el resto  de nosotros  por ver  el resultado  final.  Mo-
          rris construía,  apilaba y colocaba, y sus  dedos largos y delgados



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