Page 345 - Fantasmas
P. 345

Joe  Hit



    se movían  con rapidez, disponiendo  los vasos  a tal velocidad  que
    parecía un  mago haciendo  un truco  o un robot en una  cadena de
    producción...  sin dudar, aparentemente  sin pensar,  sin tirar nun-
    ca un  vaso  por accidente.  A veces  ni siquiera se fijaba en  lo que
    hacían  sus  manos  y, en  lugar de mirarlas,  examinaba  la caja de
    vasos  de papel, como  para comprobar cuántos  quedaban.  La to-
    rre  crecía  más y más, y a tal velocidad  que en  ocasiones  yo no
    podía evitar contener  el aliento,  tal era  mi asombro.
          Mi hermano  abrió  una  segunda  caja de vasos  de papel y
    se  puso  manos  a la obra.  Cuando  terminó  —es  decir,  cuando
    hubo usado todos  los vasos  de papel que mi padre fue capaz  de
    encontrarle—,  la torre  era  más  alta que el propio Morris  y es-
    taba rodeada por una  muralla  defensiva  y una  puerta  de entra-
    da. Debido  a los espacios  que  quedaban  entre  los vasos,  daba
    la impresión  de que  en  los laterales  de la torre  había  ventanas
    para  los arqueros  y tanto  la torre  como  la muralla  estaban  re-
    matadas  con  almenas.  Nos  había  sorprendido  un  poco  ver  a
    Morris  construyendo  aquello a tanta  velocidad  y decisión,  pe-
    ro  tampoco  es  que fuera  una  construcción  absolutamente  fa-
    bulosa,  otro  niño  de cinco  años  podía haberla  hecho  también.
    Lo importante  era  que  sugería  que  Morris  tenía  ambiciones
    ocultas.  Daba la impresión  de que,  de haber podido, habría se-
    guido construyendo,  añadiendo  pequeñas  torres  vigía, edifi-
    cios fuera del castillo, una  aldea completa hecha de vasos  de pa-
    pel.  Y  cuando  se  terminaron  los  vasos  Morris  miró  a  su
    alrededor  y se rio, un  sonido  que no  creo  haber oído nunca  an-
    tes, tan  agudo que parecía taladrarte  los oídos, y más  alarman-
    te que agradable.  Rio y dio una  sola palmada,  como  la que da-
    ría un  marajá para  despachar  a un  sirviente.
          Lo que también  diferenciaba  esta  torre  de la que habría
    podido hacer  otro  niño  de su  edad era  el propósito  con  el que
    había  sido  construida.  Otro  niño  le habría  dado  una  patada y
    contemplado  cómo  los vasos  se derrumbaban.  Desde luego, es



                                  343
   340   341   342   343   344   345   346   347   348   349   350