Page 350 - Fantasmas
P. 350
FANTASMAS
cambio, estaban pintadas en brillantes tonos rojos y negros,
con cenefas de escritura al estilo árabe en los lados. Las ven-
tanas de estas cajas estaban recortadas en forma de campana y
recordaban a los palacios de Oriente donde vivían las mujeres
de los harenes, al mundo de Aladino.
Morris frunció el ceño y negó con la'cabeza.
—Entré y luego no sabía salir. No reconocía nada.
Miré el fuerte, que tenía una entrada en cada esquina y
ventanas en cajas alternas. Cualesquiera que fueran las limita-
ciones de mi hermano, no lo imaginaba tan confundido como
para no ser capaz de salir de aquella fortaleza.
—¿Por qué no fuiste a gatas hasta una ventana para orien-
tarte?
—Donde me perdí no había ninguna ventana. Oía al-
guien hablar y traté de seguir su voz, pero llegaba desde muy
lejos y no podía saber de dónde venía. No eras tú, ¿cierto? No
sonaba como tu voz, Nolan.
—¡No! —dije—. ¿Qué voz? —Mientras decía esto, miré
a mi alrededor preguntándome si tal vez no estábamos solos en
el sótano—. ¿Qué dijo?
—No la oía todo el rato. A veces decía mi nombre. Otras
que siguiera avanzando. Y una vez dijo que había una venta-
na más adelante. Que vería girasoles.
Morris hizo una pausa y dejo escapar un leve suspiro.
—Era como si estuvieran al final de un túnel, la ventana
y los girasoles, pero me daba miedo acercarme, así que me di
la vuelta y entonces fue cuando me empezó a doler la cabeza.
Y enseguida encontré una de las puertas de salida.
Pensé que existía la posibilidad de que Morris hubiera
experimentado una pequeña ruptura con la realidad por unos
momentos mientras se arrastraba por su fuerte, no era una lo-
cura pensarlo. Sólo un año antes le había dado por pintarse las
manos de rojo, porque, decía, le ayudaba a sentir la música.
348