Page 355 - Fantasmas
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Joe HiLL
por la tarde y acabé jugando al futbol con mi primo hasta al-
tas horas de la noche. Resultado: no pasé de las dos primeras
preguntas de esa mierda de examen.
Aunque Eddie no sacaba más que calificaciones suficien-
tes en todas las asignaturas, excepto en las recreativas, y rara
era la semana en que no estaba castigado a quedarse en el cole-
gio después de las clases, a su manera era casi tan carismático y
popular como Cameron Hodges. No se ponía nervioso con na-
da, algo que impresionaba bastante a los demás. Y estaba siem-
pre tan de buen humor, tan dispuesto en todo momento a di-
vertirse, que era imposible seguir enfadado con él durante mucho
tiempo. Si un profesor lo expulsaba de clase por hacer algún t1-
po de comentario desafortunado, Eddie se encogía de hombros
lentamente, como preguntándose: ¿pero-es-posible-que-alguien-
sepa-algo-en-este-mundo-de-locos?, recogía sus libros cuida-
dosamente y salía después de lanzar una última mirada a hurta-
dillas a los otros alumnos que indefectiblemente desencadenaba
una ola de risitas. A la mañana siguiente, podía verse al mismo
profesor que lo había echado de clase jugando al futbol con
Eddie en el estacionamiento para profesores, mientras los dos
despotricaban contra los Celtics.
Yo-creo que la cualidad que distingue a los chicos popula-
res de los impopulares —la única cualidad que tenían en común
Eddie Prior y Cameron Hodges— es un fuerte sentido del yo.
Eddie sabía muy bien quién era. Se aceptaba. Sus carencias ha-
bían dejado de preocuparlo. Cada palabra que decía era una
expresión pura e inconsciente de su verdadera personalidad, mien-
tras que yo no tenía una imagen clara de mí mismo y siempre
estaba fijándome en los demás, observándolos, esperando y te-
miendo al mismo tiempo captar alguna indicación de qué es lo
que veían cuando me miraban.
Así que en aquel momento, cuando Eddie y yo nos ale-
jábamos de Cameron, experimenté esa clase de brusco cambio
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