Page 360 - Fantasmas
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FANTASMAS
tro de los escondites de cartón de mi hermano Morris fuera mi
idea de la verdadera diversión.
Atravesé un túnel tras otro. En una de las cajas había una
estantería hecha de cartón, con un tarro de mermelada lleno de
moscas que revoloteaban un tanto frenéticas, golpeándose con-
tra el cristal. La acústica de la caja amplificaba y distorsiona-
ba el sonido, de forma que tenía la impresión de que el zum-
bido resonaba dentro de mi cabeza. Estudié las moscas un
momento con el ceño fruncido y cierta inquietud. ¿Acaso Mo-
rris iba a dejarlas morir ahí dentro? Después seguí arrastrán-
dome. Repté por una serie de amplios pasadizos cuyas paredes
estaban cubiertas por lunas, estrellas y gatos de Cheshire re-
flectantes, una galaxia completa hecha de neón. Las paredes es-
taban pintadas de negro y al principio no podía verlas. Por un
aterrador y breve instante tuve la impresión de que no había
paredes, de que me deslizaba por un espacio vacío sobre una
rampa estrecha e invisible, sin nada sobre la cabeza ni bajo los
pies, y que si caía no habría nada que me frenara. Aún oía las
moscas zumbando en el frasco de mermelada, aunque hacía
tiempo que las había dejado atrás. Mareado, extendí la mano y
toqué uno de los lados de la caja con los dedos. Con eso se
me pasó la sensación de estar suspendido en el vacío, aunque
seguía algo mareado. La caja siguiente era la más pequeña y os-
cura de todas, y mientras me arrastraba en su interior rocé con
la espalda una serie de pequeñas campanas que colgaban de la
parte de arriba. Aquel suave tintineo me asustó tanto que es-
tuve a punto de gritar, pero ya veía una abertura circular delante
de mí que se abría a un espacio iluminado de cambiantes to-
nos pastel. Me arrastré hasta ella.
La caja central del monstruo de Morris era lo suficien-
temente espaciosa como para alojar a una familia de cinco per-
sonas y a su perro. Una lámpara de lava a pilas burbujeaba en
una esquina, con pompas de plasma flotando en un fluido vis-
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