Page 365 - Fantasmas
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Joe Hit
ve, que caía en gruesos copos. ¿Cuándo había empezado a ne-
var? No estaba seguro.
—¿Cómo te has hecho eso en el ojo? —pregunté de nue-
vo, sorprendido de mi audacia.
Se limpió la nariz con el dorso de la mano mientras se-
guía sonriendo.
—Este puto saco de mierda con quien sale mi madre dice
que me encontró hurgándole en su cartera. Como si fuera a ro-
barle sus cupones de comida o algo así. Se irá pronto a la cama,
porque tiene que salir para Kentucky antes de que amanezca, así
que no pienso volver a casa hasta que... eh, mira. Viene un ca-
mión de combustible.
Miré hacia abajo y vi otro camión pesado con una gran
cisterna de acero.
—Podríamos volarlo —dijo Eddie—. Cien gramos de C 4.
Acertamos a ese hijo de puta y nos hacemos los amos de la au-
topista.
Había un ladrillo en la pared justo delante de él, y pensé
que lo cogería y lo tiraría al camión cuando éste pasara deba-
jo del puente. Pero en lugar de eso apoyó su mano sobre la mía,
que aún descansaba sobre el otro ladrillo. Sentí un aviso de alar-
ma, pero no hice nada por retirar la mano. Probablemente es
importante subrayar eso. También, que no hice nada por evi-
tar lo que ocurrió a continuación.
—Espera a que se acerque —dijo—. Tranquilo. Apunta
bien. Ahora.
Justo cuando el camión petrolero entraba en el puente,
Eddie empujó mi mano. El ladrillo golpeó uno de los laterales
del tanque de combustible con un ruido metálico. Rebotó y sa-
lió despedido hasta el carril contrario en el preciso instante en
que un Volvo adelantaba al camión. Se estrelló contra el para-
brisas —pude ver cómo dibujaba una tela de araña en el cris-
tal—, y después el coche desapareció en el interior del puente.
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