Page 368 - Fantasmas
P. 368
FANTASMAS
Eddie dejó de quitarse su chaqueta y me miró. En la es-
casa luz, su ojo amoratado parecía pintado con rímel.
Yo, por alguna razón, continué hablando.
—Podríamos decir que estábamos en el puente y vimos
el accidente. No hace falta contar que lo provocamos nosotros.
—Es que no lo hicimos. ,
—Bueno... —empecé a decir, y después no supe cómo
continuar. Era una afirmación tan evidentemente falsa, que no
se me ocurría cómo responder sin que sonara a provocación.
—El ladrillo se desvió de su camino —dijo—. ¿Cómo va
a ser eso culpa nuestra?
—Sólo me gustaría saber si están todos bien —insisti—.
En el asiento de atrás había una niña...
—A la mierda.
—Bueno... —Tartamudeaba de nuevo, y después me obli-
gué a seguir hablando—. Sí había una niña, Eddie. Su madre la
estaba llamando.
Dejó de moverse un instante mientras me estudiaba des-
pacio, con una mirada triste y siniestramente calculadora.
Después se encogió de hombros con brusquedad y continuó
quitándose las botas.
—Si llamas a la policía me mato —dijo—. Así tendrás eso
también sobre tu conciencia.
Sentía una gran presión en el pecho, que me oprimía los
pulmones. Traté de hablar y mi voz salió en un susurro sibilante:
—Venga ya.
—Lo digo en serio —dijo—. Me mato.
Hizo una nueva pausa y después añadió:
—¿Te acuerdas de lo que te conté de mi hermano, que es-
taba en Detroit ganando un montón de dinero robando coches?
Asentí.
—Pues era mentira. ¿Te acuerdas de esa historia de que
se había cogido a unas gemelas en Minnesota?
366