Page 371 - Fantasmas
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Joe Hit
—Para este nuevo diseño usaré más cajas que nunca. Es-
peren a verlo.
—Estaremos impacientes. ¿Verdad que sí, Eddie?
—Sí —dijo éste.
—Me quedaré abajo trabajando, si alguien me necesita
—continuó Morris antes de desaparecer por el estrecho hueco
que había entre Eddie y yo, en dirección a las escaleras del
sótano. :
Fuimos hasta el cuarto de estar y encendí la televisión,
aunque me resultaba imposible concentrarme en nada. Me sen-
tía fuera de mi cuerpo. Como si estuviera de pie al final de un
largo pasillo y pudiera vernos a Eddie y a mí en el otro extremo,
sentados juntos en el sofá, sólo que no era yo, sólo mi repro-
ducción en cera. Eddie dijo:
—Siento haberme mosqueado con tu hermano.
Quería que Eddie se fuera, quedarme solo y acurrucar-
me en mi cama en la oscuridad silenciosa y tranquila de mi ha-
bitación. No sabía cómo pedirle que se fuera, y en lugar de eso
le dije con labios entumecidos:
—Si Morris llegara a decir algo, y no lo hará, te lo juro,
porque incluso si nos hubiera oído no habría entendido de qué
hablábamos; pero si se lo contara a alguien tú no te...
—¿Que si me mataría? —preguntó Eddie y un ruido bur-
lón y ronco salió de su garganta—. No, joder. Lo mataría a él.
Pero no dirá nada, ¿no?
—No —dije. Me dolía el estómago.
Eddie se puso de pie y al salir de la habitación me dio una
palmada en la pierna.
—Me tengo que ir. He quedado a cenar con mi primo. Te
veo mañana.
Esperé hasta que oí cerrarse la puerta del recibidor, y des-
pués me levanté aturdido y mareado. Caminé tambaleante has-
ta el vestíbulo de entrada y empecé a subir las escaleras. Casi
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