Page 372 - Fantasmas
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FANTASMAS
me caí encima de Morris, que estaba sentado en el sexto pel-
daño empezando desde abajo, con las manos sobre las rodillas
y expresión ausente, como drogado. Con sus ropas oscuras só-
lo se le veía la cara pálida como la cera en la penumbra del ves-
tíbulo. Al verlo allí, el corazón me dio un salto y por un ins-
tante permanecí de pie mirándolo. Él me devolvió la mirada
con la misma expresión enajenada e inescrutable de siempre.
Así pues, había escuchado el resto de la historia, inclu-
yendo la parte en que Eddie había dicho que lo mataría si con-
taba algo. Pero no supuse que nos hubiera entendido realmente.
Lo esquivé y subí a mi habitación. Cerré la puerta y me
metí bajo las mantas con la ropa puesta, tal y como había de-
seado hacer. La habitación bailaba y daba vueltas a mi alre-
dedor hasta que no pude soportar el mareo y tuve que tapar-
me la cabeza con las mantas para poner fin a aquel baile absurdo
y enloquecedor del mundo que me rodeaba.
A la mañana siguiente busqué en el periódico informa-
ción sobre el accidente, algo así como «Niña pequeña en esta-
do de coma, víctima de una emboscada en la autopista», pero
no venía nada.
Esa tardé telefoneé a un hospital y pregunté por el accidente del
día anterior en la 111, ese en el que un coche se salió de la carre-
tera, el parabrisas se rompió y hubo heridos. Mi voz sonaba ner-
viosa e insegura, y la persona que me atendió empezó a interro-
garme: ¿para qué quería esa información?, ¿quién era yo?, y colgué.
Unos días más tarde me encontraba en mi habitación bus-
cando un paquete de chicles en los bolsillos de mi chaquetón
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