Page 393 - Fantasmas
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Joe Hit


      McDonald's,  de empaquetador  en una  planta botellera y de lim-
      piador en un  centro  comercial,  antes  de conseguir un  empleo
      estable  en  una  gasolinera  de Citgo.
            Cuando  faltó  tres  días  seguidos  al trabajo  su  jefe llamó
      a mis padres y éstos  fueron a visitarlo  a su  apartamento.  Se ha-
      bía deshecho  de todos  los muebles  y del techo  de todas  las
      habitaciones  colgaban sábanas  blancas,  creando  una  red de ga-
      lerías con  ondulantes  paredes.  Encontraron  a Morris  al final de
      uno  de estos  pasillos  sinuosos,  sentado,  desnudo,  en  un  col-
      chón.  Les  dijo que  si se  seguía el camino  correcto  entre  el la-
      berinto  de sábanas  se llegaba a una ventana  por la que se veía un
       gran viñedo, unos  acantilados  lejanos de piedra blanca y un  océa-
      no  oscuro.  Dijo que  había  mariposas  y una  vieja valla, y que
      quería ir allí.  Dijo que había  tratado  de abrir  la ventana,  pero
      que estaba  sellada.
            Sin embargo en  su  apartamento  sólo había una  ventana  y
       daba a un  estacionamiento  situado  en la parte trasera  del edifi-
       cio. Tres días más  tarde Morris  firmó unos  papeles que mi ma-
       dre le llevó  y aceptó  recluirse  de forma  voluntaria  en  el cen-
      tro  de salud  mental  Wellbrook  Progressive.
            Mi padre y yo lo ayudamos  con  el traslado.  Era principios
       de septiembre y teníamos  la impresión de que estábamos  acom-
      pañando  a Morris  mientras  se  instalaba  en  una  residencia  uni-
      versitaria  privada.  Su dormitorio  se  encontraba  en  la tercera
      planta y mi padre insistió  en  subir él solo por las escaleras  el pe-
       sado baúl con  asas  metálicas.  Para cuando  lo dejó caer  en  el sue-
       lo, a los pies de la cama  de Morris,  su  cara  tenía un  calamitoso
       color ceniciento  y estaba  empapado  en  sudor.  Se sentó  un  rato
       frotándose  la muñeca.  Cuando  le pregunté  qué le pasaba,  me
       dijo que  se  la había  torcido  cargando  con  el baúl.
            Una  semana  más  tarde,  durante  la noche,  se  sentó  en  la
       cama  tan  súbitamente  que despertó  a mi madre.  Ésta abrió  los
       ojos y lo miró.  Se sujetaba  la misma  muñeca  y siseaba  como




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