Page 585 - Microsoft Word - King, Stephen - IT _Eso_.DOC.doc
P. 585
1.
--Bueno, Ben -dice Richie-, te ha llegado el turno. La pelirroja se ha fumado
todos los cigarrillos, incluyendo la mayor parte de los míos. Se hace tarde.
Ben echó un vistazo al reloj. Sí, es tarde, casi medianoche. "Queda tiempo para
un cuento más". piensa. Un cuento más antes de las doce, sólo para mantenerse
abrigados. ¿Cuál será? Pero eso es sólo un chiste, por supuesto, y no de los
mejores; sólo queda una historia por contar, al menos una que él recuerde, y es la
historia de los balines de plata que hicieron en el taller de Zack Denbrough la
noche del 23 de julio y que utilizaron el día 25.
--Yo también tengo mis cicatrices -dice-. ¿Lo recordáis?
Beverly y Eddie sacuden la cabeza; Bill y Richie asienten. Mike guarda silencio,
con los ojos alertas en la cara cansada.
Ben se levanta y se desabrocha la camisa, abriéndola. Allí aparece una antigua
cicatriz, con forma de H. Sus líneas están quebradas porque la barriga era más
grande cuando pusieron allí esa marca, pero su forma sigue siendo identificable.
La gruesa cicatriz que desciende desde la barriga era más grande cuando
pusieron allí esa marca, pero su forma sigue siendo identificable.
La gruesa cicatriz que desciende desde la barra transversal de la H es mucho
más nítida. Parece una blanca cuerda de ahorcado de la que se hubiera cortado el
lazo.
Beverly se lleva la mano a la boca:
--¡El hombre-lobo! ¡En aquella casa! ¡Oh, Dios!
Y se vuelve hacia las ventanas como si pudiese verlo acechar en la oscuridad
exterior.
--En efecto -dice Ben-. ¿Y queréis saber algo curioso? Hace dos noches, esa
cicatriz no estaba allí. Sólo se veía la antigua tarjeta de presentación de Henry; lo
sé porque se la enseñé a un amigo mío, un tabernero llamado Ricky Lee, allá en
Hemingford Home. Pero ésta... -Ríe sin humor y empieza a abrocharse otra vez-.
Ésta acaba de volver.
--Como las que tenemos en la palma de las manos.
--Sí -dice Mike, mientras Ben se abrocha la camisa-. El hombre-lobo. Aquella
vez todos vimos a "Eso" con forma de hombre-lobo.
--Porque así lo había visto Ri-RiRichie la p-pri-mera vez -murmura Bill-. ¿No fue
así?
--Sí -responde Mike.
--Estábamos unidos, ¿verdad? -comenta Beverly con tono de ensoñación-. Tan
unidos que nos leíamos la mente.
--El Viejo Peludo estuvo a punto de usar tus tripas para ligas, Ben -apunta
Richie, pero no sonríe al decirlo. Se ajusta las gafas remendadas por la nariz; su
cara luce blanca, ojerosa y fantasmagórica.
--Bill te salvó -dice Eddie abruptamente-. Es decir, Bev nos salvó a todos, pero si
no hubiera sido por ti, Bill...
--Sí -concuerda Ben-. Me salvaste, Gran Bill. Yo estaba casi perdido en esa casa
de locos.
Bill señala brevemente la silla vacía.
--Recibí cierta ayuda de Stan Uris. Y él la pagó caro. Tal vez murió por eso.