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su tamaño normal. La magia que "Eso" había utilizado para hacerla parecer más
grande se retiraba. La casa se reducía como un muelle. Volvía a ser una simple
casa, con olor a humedad y a podredumbre, una casa sin muebles a la que
acudían los borrachos y los vagabundos, para beber, conversar y dormir al abrigo
de la lluvia.
"Eso" había desaparecido.
En su estela, el silencio parecía estridente.
10.
--S-s-salg-salg-salgamos de a-a-aquí -dijo Bill.
Se acercó a Ben, que estaba tratando de levantarse, y cogió una de sus manos
tendidas. Beverly estaba de pie cerca del agujero. Se miró y la frialdad se trocó en
un rubor que pareció calentar toda su piel. Debió haber aspirado muy hondo. Los
estallidos opacos que le habían llegado eran los de los botones de su blusa.
Habían saltado todos. La blusa pendía abierta, dejando sus pechos pequeños al
descubierto. Cerró la blusa de un manotazo.
--Ri-Ri-Richie -dijo Bill-, ayúayud-d-dame con B-B-Ben. Está hehe-he...
Richie se acercó a él; y luego Stan y Mike. Entre los cuatro lograron que Ben se
pusiera de pie. Eddie se había acercado a Beverly para rodearle los hombros
torpemente con el brazo sano.
--Has estado grandiosa -dijo.
Y Beverly rompió en sollozos.
Ben dio dos pasos tambaleantes hasta la pared y se apoyó contra ella antes de
caer otra vez. Se sentía mareado, el mundo recuperaba el color sólo para volver a
perderlo. Y tenía, decididamente, ganas de vomitar.
Un momento después, el brazo de Bill estaba alrededor de él, fuerte y
reconfortante.
--¿E-es-es gra-gra-grave, Ben?
Ben se obligó a mirarse el vientre. Esos dos simples actos, el de doblar el cuello
y el de abrir la desgarradura de su camisa, requirieron más valor que la decisión
de entrar en aquella casa. Esperaba encontrarse con la mitad de sus intestinos
colgando como grotescas ubres, pero vio que el flujo de sangre se había reducido
a un goteo intermitente. El hombre-lobo lo había herido larga y profundamente,
pero al parecer no era mortal.
Richie se unió a ellos. Miró la herida que describía un curso retorcido desde el
pecho de Ben hasta el bulto del vientre y clavó una mirada en la cara del chico.
--"Eso" estuvo a punto de llevarse tus tripas para usarlas de tirantes, Ben,
¿sabes?
--No es broma, tío -dijo Ben.
Él y Richie se miraron fijamente por un largo momento. Después soltaron una
risa histérica al mismo tiempo, salpicándose mutuamente con saliva. Richie tomó a
Ben en sus brazos y le dio palmadas en la espalda.
--¡Lo derrotamos, Ben! ¡Lo derrotamos!
--N-n-no lo de-de-derrotamos -corrigió Bill, ceñudo-. T-t-tuvimos susuerte. Sa-
salgamos de aq-q-quí a-antes de que se le oc-ocurra vo-vo-volver.