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Le parecía que la vida de los siete podía depender de esas cuestiones. Una
                noche, al quedarse dormido, mientras la lluvia marcaba un compás adormecedor
                en el techo y contra las ventanas, se le ocurrió que había otra pregunta, quizá la
                única pregunta. "Eso" tenía una forma real; él había estado a punto de verla. Ver
                la forma era ver el secreto. ¿Valía eso también para el poder? Quizá sí. Pues
                ¿acaso no era cierto que el poder, como "Eso", cambiaba de forma? Era un bebé
                llorando en la noche, era una bomba atómica, era un balín de plata, era el modo
                en que Beverly miraba a Bill y el modo en que Bill le devolvía la mirada.
                   ¿Qué era el poder, a fin de cuentas?



                   12.

                   En las dos semanas siguientes no ocurrió nada de importancia.




                   Derry: El cuarto interludio.

                   Tienes que perder.
                   No puedes ganar constantemente.
                   Tienes que perder.
                   No puedes ganar constantemente.
                   Lo sé, bonita.
                   Veo venir los problemas por la senda.
                   John Lee Hooker, "You got to lose".




                   6 de abril de 1985.

                   Os diré una cosa, amigos y vecinos: esta noche estoy borracho. borracho como
                una cuba de whisky barato. Fui al bar de Wally y allí empecé; después fui al
                almacén Main Street, media hora antes de que cerraran, y compré una botella. Ya
                sé lo que me espera: el que bebe barato por la noche, lo paga caro por la mañana.
                Y aquí estoy, un negro borracho en una biblioteca pública ya cerrada, con este
                libro abierto delante de mí y la botella de Old Kentucky a la izquierda. "Di la verdad
                y que se avergüence el demonio", solía decir mi madre. Pero olvidó decirme que al
                jodido la borrachera no le quita la vergüenza. Los irlandeses lo saben, pero ellos,
                por supuesto, son los negros blancos de Dios. Y quién sabe, quizá nos llevan
                cierta ventaja.
                   Quiero escribir sobre la bebida y el demonio. ¿Te acuerdas de "La isla del
                tesoro"? El viejo lobo de mar: "¡Todavía ganaremos Jacky!" Y apuesto a que el
                viejo gilipollas se lo creía. Lleno de ron o de whisky barato, uno se cree cualquier
                cosa.
                   La bebida y el demonio. Muy bien.
                   A veces me entretengo pensando cuánto duraría si me decidiese a publicar
                parte de estas cosas que escribo a horas avanzadas de la noche. Si sacase a
                relucir los gatos encerrados que hay en los armarios de Derry. En esta biblioteca
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