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--¿Es por eso? ¿O porque te están atacando los remordimientos?
                   --Remordimientos -dijo Bill-. Siempre me a-a-atacan.
                   --A mí no. Los odio.
                   Él la miró.
                   --No lo tenía del todo en la conciencia hasta hace dos noches -continuó Bev-. Lo
                sabía, de algún modo, desde el principio. Tom pega y hace daño. Me casé con él
                porque... porque mi padre siempre se preocupaba por mí, supongo. Por mucho
                que yo me esforzase, él se preocupaba. Y seguramente Tom le habría gustado
                como yerno. Porque Tom también se preocupaba siempre. Se preocupaba
                "muchísimo". Y mientras alguien se preocupara por mí, yo estaría a salvo. Más
                que a salvo: sería "real". -Lo miró. La blusa se le había salido de los pantalones
                descubriendo una blanca franja de vientre. Él tuvo ganas de besarla-. Pero no era
                real, era una pesadilla. Vivir casada con Tom era como volver a la pesadilla.
                ¿Cómo es posible que alguien haga eso, Bill? ¿Que vuelva a una pesadilla por
                voluntad propia?
                   --Sólo se me ocurre un mo-motivo: la ge-gente vuelve atrás p-p-para
                encencontrarse a sí m-misma.
                   --La pesadilla está aquí -dijo Bev-. La pesadilla es Derry. Tom parece muy poca
                cosa comparado con esto. Ahora que puedo analizarlo mejor, me detesto por los
                años que perdí con él... No imaginas las cosas que me obligaba a hacer. Y yo las
                hacía de buena gana, ¿sabes?, porque él se preocupaba por mí. Lloraba... pero a
                veces la vergüenza es demasiada.
                   --Basta -dijo él en voz baja, estrechándole una mano.
                   Ella se la apretó con fuerza. Tenía los ojos acuosos, pero las lágrimas no
                cayeron.
                   --T-t-todo el mundo falla. Pero no se t-t-trata de un examen. Cada uno hace lo
                m-mejor que p-puede.
                   --Lo que quiero decir -explicó ellaes que no estoy engañando a Tom ni
                utilizándote para resarcirme. Nada de eso. Para mí es algo... normal, dulce. Pero
                no quiero hacerte daño, Bill, ni inducirte a algo que después lamentes.
                   Él lo pensó por un instante.. Lo pensó con verdadera y profunda seriedad. Pero
                el antiguo trabalenguas -"castiga, exhausto, el poste"... -volvió a irrumpir en sus
                pensamientos. El día había sido largo. La llamada de Mike y la invitación a
                almorzar en el Jade de Oriente parecían cosa de cien años antes. Cuántos relatos,
                desde entonces. Cuántos recuerdos, como fotografías en el álbum de George.
                   --Los amigos n-no se ind-inducen m-m-mutua-mente -dijo.
                   Y se inclinó para tocarle los labios, mientras comenzaba a desabrocharle la
                blusa. Ella le abrazó y lo apretó contra sí, mientras con una mano bajaba la
                cremallera de los pantalones. Por un momento sintió la mano de Bill en su vientre,
                cálida; un instante después, su ropa interior desapareció en un susurro.. Después,
                él buscó y ella lo fue guiando.
                   Arqueó la espalda suavemente contra el impulso penetrante de su sexo y
                murmuró:
                   --Sé mi amigo... Te amo, Bill.
                   --Yo también te amo -dijo él, sonriendo contra su hombro desnudo.
                   Empezaron lentamente y él sintió que su piel comenzaba a sudar, en tanto ella
                iba acelerando sus movimientos. La conciencia desaparecía, centrada única y
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