Page 661 - Microsoft Word - King, Stephen - IT _Eso_.DOC.doc
P. 661

de acuerdo con los Perdedores: el rock and roll era bueno. Tengo una polla en el
                granero, qué granero, cuál granero, mi granero. Entonces todo estaría bien. Todo
                estaría bien y cualquier cosa que ocurriese después no importaría. La voz se
                encargaría de todo; él lo presentía. Si uno cuidaba de "Eso", "Eso" cuidaba de
                uno. Así habían sido siempre las cosas en Derry.
                   Pero había que acabar con esos niñatos, acabar pronto, ese mismo día. Así se
                lo había dicho la voz.
                   Henry sacó del bolsillo la navaja nueva, la admiró, la hizo girar de un lado a otro
                apreciando los guiños del sol sobre la superficie cromada. Entonces Belch lo tomó
                del brazo, siseando:
                   --Mira eso, Henry. ¡Por todos los diablos! ¡Mira eso!
                   Henry miró y sintió que la clara luz del entendimiento estallaba sobre él: una
                sección cuadrada del suelo se estaba levantando como por arte de magia dejando
                al descubierto un hueco de sombras bajo ella. Por un momento sintió una
                sacudida de terror al pensar que allí podría estar el dueño de la voz... porque
                estaba seguro de que "Eso" vivía debajo de la ciudad. Entonces oyó el chirriar de
                la tierra en las bisagras y lo comprendió. Si no habían podido descubrir la casa del
                árbol era porque no existía.
                   --Por Dios, estuvimos encima de ellos -gruñó Victor.
                   En cuanto apareció la cabeza de Ben en la escotilla cuadrada, en el centro del
                claro, Victor hizo ademán de lanzarse a la carga. Henry lo sujetó.
                   --¿No los vamos a coger, Henry? -preguntó Victor, mientras Ben salía.
                   --Los cogeremos -aseguró Henry, sin apartar los ojos de aquel odioso gordo.
                Otro que pateaba las pelotas. "Te voy a patear las pelotas tan arriba que vas a
                usarlas de pendientes, maldito gordo. Ya verás"-. No te preocupes.
                   El gordo estaba ayudando a la putilla a salir del agujero. Ella miró alrededor y,
                por un momento Henry tuvo la impresión de que le estaba mirando a los ojos. Pero
                su vista pasó de largo. Los dos hablaron en murmullos y luego se abrieron paso
                por la densa maleza. En un segundo habían desaparecido.
                   --Vamos -dijo Henry cuando el ruido de la maleza se redujo hasta hacerse casi
                inaudible-. Los seguiremos. Pero a distancia y en silencio. Quiero atraparlos a
                todos juntos.
                   Los tres cruzaron el claro, como soldados de patrulla, caminando agachados y
                mirando hacia todas partes. Belch se detuvo a observar la casita subterránea y
                sacudió la cabeza, admirado.
                   --Pero si estuve sentado encima de ellos -comentó.
                   Henry le hizo señas de que lo siguiera, impaciente.
                   Tomaron por el sendero, porque así harían menos ruido. Estaban a medio
                camino hacia Kansas Street cuando la pequeña zorra y el gordo, de la mano ("Oh,
                qué bonito", se burló Henry) emergieron casi directamente frente a ellos.
                   Por suerte estaban de espaldas al grupo de Henry y ninguno de los dos se
                volvió. Henry, Victor y Belch se ocultaron entre las sombras, al lado del sendero.
                Pronto Ben y Beverly eran sólo dos camisas entrevistas por entre una maraña de
                matojos. Los tres reanudaron la persecución cautelosamente. Henry volvió a sacar
                la navaja y
   656   657   658   659   660   661   662   663   664   665   666