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que el espíritu abandona el cuerpo para entrar en el de otra persona. La forma de
su cuerpo le parecía distinta, como si no fuera Tom sino
("Henry")
otra persona, alguien más joven. Empezó a luchar por salir del sueño y de
pronto una voz le habló, tranquilizadora, susurrándole al oído: "No importa
"cuándo" es esto, no importa "quién" eres. lo que importa es que Beverly está allí,
está con ellos. ¿Y sabes una cosa? Ha hecho algo mucho peor que fumar a
escondidas. ¿Sabes qué? ¡Ha estado follando con su viejo amigo Bill Denbrough!
¡Sí, de veras! ¡Ella y ese maldito tartamudo! Y..."
"¡Es mentira! -trató de gritar-. ¡No puede haberse atrevido a...!"
Pero sabía que no era mentira. Ella le había pegado con un cinturón en las
("me pateó en las")
pelotas. Y huyó. Y ahora lo había engañado, esa
("putilla")
maldita zorra lo había engañado, pero ahora iba a recibir su merecido. Primero
ella y después Denbrough, su amigo, el novelista. Y si alguien trataba de
interponerse, tendría también su parte.
Apuró el paso, aunque ya se estaba quedando sin aliento. Delante vio otro
círculo luminoso cabecear en la oscuridad: otro globo de luna. Oía las voces de la
gente, allí delante, y el hecho de que fuesen voces infantiles no le importó. Tal
como esa otra voz decía; no importaba dónde, cuándo ni quién. Beverly estaba
allí.
--Vamos, chicos, moveos -dijo.
Ni siquiera importaba que su voz no fuera la suya propia sino la de un niño.
Entonces, al aproximarse al globo de luna, miró hacia atrás por primera vez y vio
a sus compañeros. Los dos estaban muertos. A uno le faltaba la cabeza. El otro
tenía la cara desfigurada por, al parecer una garra enorme.
--No podemos correr más, Henry -dijo el de la cara desfigurada.
Sus labios se movieron en dos pedazos, grotescamente desconectados. Y fue
entonces cuando Tom hizo pedazos el sueño con un grito y volvió en sí vacilando
al borde de algo que parecía un gran vacío.
Trató de no perder el equilibrio, pero lo perdió y cayó al suelo. A pesar del
alfombrado, el golpe disparó un estallido de dolor en su rodilla herida. Tuvo que
ahogar otro grito contra el antebrazo.
"¿Dónde estoy? ¿Dónde coño estoy?"
Cobró conciencia de una luz blanca, débil, pero clara. Por un momento
espantoso creyó que estaba otra vez en el sueño, que era la luz de esos globos
ridículos. Entonces recordó que había dejado la puerta del baño parcialmente
abierta con el tubo fluorescente encendido. Siempre dejaba la luz encendida
cuando estaba fuera de su casa; así se ahorraba chocar contra los muebles si
tenía que levantarse a orinar.
Eso puso la realidad en su sitio. Todo había sido un sueño, un sueño
descabellado. Estaba en un hotel llamado Holiday Inn. Eso era Derry, Maine.
Había seguido a su mujer hasta allí y, en medio de una pesadilla de locos, se
había caído de la cama. Eso era todo, en resumen.
"Eso no fue una simple pesadilla."