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Lo que. restaba de Victor no tenía cabeza. Bill miró al otro lado del tubo y vio una
                calavera sonriente.
                   Allí estaba el resto de él. "Deberíamos haberlo dejado en paz", pensó Bill,
                estremecido.
                   Esa parte del sistema cloacal había quedado en desuso. A Richie el motivo le
                resultó obvio: la planta de tratamiento de desperdicios se había hecho cargo de
                todo eso. En algún momento, mientras ellos estaban ocupados aprendiendo a
                afeitarse, a fumar, a conducir, a follar, todas esas cosas buenas, había surgido a
                la existencia el Departamento de Protección Ambiental. Y el DPA había decidido
                que no debían vaciarse las cloacas, ni siquiera el agua residual, en los ríos y los
                arroyos. Esa parte del sistema cloacal había quedado, por lo tanto, en seco,
                criando moho, y los cadáveres de Victor Criss y Belch Huggins se enmohecían al
                mismo tiempo. Como los niños salvajes de Peter Pan, Victor y Belch no habían
                crecido. Aquéllos eran esqueletos de niños, con restos de camisetas y vaqueros.
                El musgo había cubierto los costillares y la hebilla del cinturón de Victor.
                   --Los atrapó el monstruo -dijo Ben-. ¿Recordáis? Oímos lo que ocurrió.
                   --Audra ha m-m-muerto. -La voz de Bill sonó mecánica-. Lo sé.
                   --¡No sabes nada! -le espetó Beverly con tanto énfasis que él se volvió a mirarla-
                . Sólo sabes que ha muerto mucha gente, en su mayoría, niños. -Se irguió frente a
                él con las manos en las caderas. Estaba perdida de suciedad y tenía la cabellera
                apelmazada por el polvo. A Richie le pareció magnífica-. Y tú sabes quién lo hizo.
                   --Hi-i-ice mal en d-d-decirle adadónde venía. ¿Por qué no me...?
                   Las manos de Beverly se adelantaron bruscamente y lo sujetaron por la camisa.
                Richie, sorprendido, vio que lo sacudía.
                   --¡Basta! ¡Ya sabes a qué vinimos! Lo juramos y lo vamos a hacer. ¿Entiendes,
                Bill? Si ella ha muerto, está muerta y se acabó. ¡Pero "Eso" no ha muerto! Te
                necesitamos, ¿entiendes? ¡Te necesitamos! -Estaba llorando-. ¡No puedes
                fallarnos! O nadie saldrá de aquí.
                   Él la miró durante un rato sin decir nada. Richie pensó: "Vamos, Gran Bill,
                vamos, anímate..."
                   Por fin, Bill los miró a todos y asintió.
                   --E-Eddie.
                   --Aquí estoy, Bill.
                   --¿T-t-todavía rec-recuerdas qué tubería es?
                   Eddie señaló más allá de Victor diciendo:
                   --Ésa. Parece bastante pequeña, ¿no?
                   Bill volvió a asentir.
                   --¿Podrás? ¿C-c-con el bra-brazo roto?
                   --Si es por ti, puedo, Bill.
                   El escritor sonrió con la sonrisa más cansada y más horrible que Richie había
                visto nunca.
                   --Llé-llévanos, E-Eddie. Acabemos con e-e-esto.



                   5. En los túneles, 4.55.
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