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--P-p-porque me-mencioné el no-nombre de la ciudad. Ella m-me siguió. Aun cu-
                cuando lo de-decía, algo me o-oordenaba que me c-c-callara. P-pero no lo hi-hice.
                -Movió la cabeza en la oscuridad, desolado-. Sin embargo, a-aaunque haya lle-
                llegado hasta DeDerry, n-n-no me e-e-explico c-c-cómo llegó aquí. Si He-e-enry no
                lo tratrajo, ¿qui-quién lo hiz-zo?
                   --"Eso" -respondió Ben-. No siempre parece maligno, ya lo sabemos. Pudo
                haberse presentado diciendo que estabas en dificultades y traerla para... para
                cabrearte, supongo. Para hacernos flaquear.
                   --¿Tom? -musitó Beverly en voz baja, casi cavilosa.
                   --¿Q-q-quién? -Bill encendió otra cerilla.
                   Ella lo miraba con desesperada franqueza.
                   --Tom, mi marido. Él también lo sabía. Creo que le mencioné el nombre de la
                ciudad, así como tú se lo mencionaste a Audra. No sé... no sé si lo memorizó o no.
                En ese momento estaba muy enfadado conmigo.
                   --Por Dios, ¿qué es esto? -se extrañó Richie-. ¿Una de esas telenovelas donde
                todo el mundo aparece, tarde o temprano?
                   --Telenovela, no -dijo Bill. Parecía asqueado-: espectáculo. Como el del circo.
                Bev fue y se casó con un doble de Henry Bowers. Si ella lo dejó, ¿por qué no pudo
                él venir aquí? Después de todo, el verdadero Henry vino.
                   --No -dijo Beverly-, no me casé con Henry sino con mi padre.
                   --¿Qué diferencia hay, si también te pegaba? -apuntó Eddie.
                   --Va-vamos -dijo Bill.
                   Siguieron caminando. Bill estiró las manos, en busca de la de Richie y la sana
                de Eddie. Pronto formaron un círculo, como antes, cuando el grupo era más
                numeroso. Eddie sintió un brazo sobre los hombros. Fue una sensación cálida,
                consoladora, profundamente familiar.
                   Bill experimentó el poder que recordaba de los viejos tiempos, pero comprendió
                que las cosas habían cambiado. El poder ya no era tan fuerte como, antes;
                forcejeaba y chisporroteaba como la llama de una vela. La oscuridad parecía más
                densa, más próxima, triunfal. Y se percibía el olor de "Eso". "Por este pasillo -se
                dijo-, no muy lejos, hay una puerta con una marca. ¿Qué había detrás de esa
                puerta? Es lo único que aún no puedo recordar. Recuerdo haber puesto los dedos
                tiesos para que no temblaran y recuerdo haber empujado la puerta. Hasta
                recuerdo el torrente de luz que surgió y su aspecto de cosa viva, como si no fuera
                sólo luz, sino víboras fluorescentes. Recuerdo el olor, peor que el de la jaula de los
                monos en un zoológico. Y después..."
                   --¿A-a-alguien rec-recuerda cómo era "Eso", en rea-realidad?
                   --No -dijo Eddie.
                   --Creo que... -comenzó Richie. Bill casi pudo sentir su gesto de negación-. No.
                   --No -dijo Beverly.
                   --Yo tampoco -repuso Ben-. Es lo único que no recuerdo. Qué era... y cómo lo
                combatimos.
                   --Chüd -dijo Beverly-. Así lo combatimos. Pero no recuerdo qué significa eso.
                   --Respald-d-dadme -dijo Bill-, que y-y-yo os re-re-respaldaré.
                   --Bill -advirtió Ben con voz calma-, alguien se acerca.
                   Bill escuchó. Se oían pasos arrastrados, vacilantes, que se acercaban a ellos en
                la oscuridad. Tuvo miedo.
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