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cuando estaba allí, pero "Eso" también estaba en la tierra, debajo de Derry, con
una forma física. Por repulsiva que resultara, en Derry era física... y lo físico se
podía matar.
Bill resbalaba en la oscuridad a velocidad siempre creciente. "¿Por qué sus
palabras me parecen sólo una amenaza hueca? ¿Cómo es posible?", pensaba.
Creyó comprender cómo...
"Sólo hay Chüd", había dicho la Tortuga. ¿Y si eso fuera Chüd? ¿Y si acaso se
habían mordido profundamente las lenguas, no en lo físico sino en lo mental, en lo
espiritual? ¿Y si, en caso de que "Eso" arrojara a Bill al vacío, hacia su yo eterno e
incorpóreo, el rito hubiera terminado? "Eso" se habría liberado de él, lo mataría y
lo ganaría todo, al mismo tiempo.
--"Lo estás haciendo bien, hijo, pero muy pronto será demasiado tarde.
--¡Está asustada! ¡"Eso" me tiene miedo! ¡Nos tiene miedo a todos"!
Resbalaba, seguía resbalando y allá adelante había un muro, lo sintió, lo
percibió en la oscuridad, el muro del límite final y más allá la otra forma, los fuegos
fatuos...
--"No me hables, hijo, y no hables contigo mismo; estás desprendiéndote,
muerde si te atreves, si quieres, si eres valiente, si puedes soportarlo... ¡Muerde,
hijo"!
Bill mordió con fuerza; no con sus dientes sino con la dentadura de su mente.
Bajando la voz a un registro más grave (en realidad, adoptó la voz de su padre,
aunque se iría a la tumba sin saberlo; algunos secretos nunca se saben y
probablemente es mejor así), gritó:
--¡"Golpea exhausto el poste tosco y recto e insiste infausto que ha visto los
espectros! ¡Ahora suéltame"!
Sintió en su mente el grito de "Eso", un alarido de rabia frustrada y arrogante....
pero también era un alarido de miedo y dolor. "Eso" no estaba habituada a ser
derrotada; nunca le había ocurrido semejante cosa y hasta los momentos más
recientes de su existencia, tampoco había sospechado que fuera posible.
Bill la sintió debatirse; ya no tiraba de él: "empujaba", tratando de apartarlo.
--¡"Golpea exhausto el poste tosco y recto, he dicho!
--¡Basta!
--¡Llévame devuelta! ¡Tienes que hacerlo! ¡Yo lo ordeno! ¡Lo exijo"!
"Eso" volvió a gritar, con un dolor más intenso, tal vez porque había pasado su
larguísima existencia infligiendo dolor, alimentándose de él, pero sin
experimentarlo nunca como parte de sí.
Aún trataba de empujarlo, de deshacerse de él, insistiendo, ciega y tercamente,
en vencer, como siempre había vencido hasta entonces. Pujaba, pero Bill sintió
que su velocidad exterior había disminuido y una imagen grotesca le vino a la
mente: la lengua de "Eso", cubierta de esa saliva viviente, extendida como una
gruesa serpiente, resquebrajada, sangrando. Se vio a sí mismo aferrado a la punta
de esa lengua con los dientes, desagarrándola poco a poco, con la cara bañada
en ese convulsivo licor que era la sangre de "Eso", ahogándose en su mortífero
hedor, pero siempre aferrado, mientras "Eso" se debatía en su ciego dolor y su ira
acumulada, para no dejar que su lengua se retirara hacia atrás.
("Chüd, esto es Chüd, aguanta, sé valiente, sé leal, defiende a tu hermano, a tus
amigos; cree, cree en todas las cosas que has creído: creo que, si dices a un