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policía que te has extraviado, él se encargará de que llegues a casa sano y salvo,
                cree que hay ratones que cambian los dientes de leche por monedas y que los
                Reyes Magos vienen en camellos a repartir juguetes y que el Capitán Medianoche
                bien puede existir, sí puede, aunque Carlton, el hermano mayor de Calvin y Cissy
                Clark diga que no es más que cuentos para niños; cree que tus padres volverán a
                quererte, que el valor es posible y que las palabras surgirán siempre con fluidez;
                no más Perdedores, no más acurrucarse en un agujero del suelo diciendo que es
                la casita del club, no más llorar en el cuarto de Georgie porque no pudiste salvarlo
                y porque no sabías; cree en ti mismo, cree en el calor de ese deseo")
                   De pronto, Bill comenzó a reír en la oscuridad, presa de un asombro total,
                encantado.
                   --¡"Mierda, creo en todas esas cosas; sí, creo"! -gritó, y era verdad: con once
                años había observado que las cosas salían bien antes que mal, en una proporción
                absurda.
                   Una luz se encendió. Levantó los brazos sobre su cabeza. Volvió la cara hacia lo
                alto y, de pronto, sintió que el poder fluía a borbotones de él.
                   Oyó que "Eso" gritaba otra vez... y se vio arrastrado hacia atrás por el mismo
                camino que ya hiciera, aún sujeto a la imagen de sus dientes profundamente
                hincados en la carne de esa lengua, dientes apretados como una lúgrube muerte.
                Se arrastró por la oscuridad; el viento de ese lugar vacío le soplaba en los oídos.
                   Pasó, arrastrándose junto a la Tortuga y vio que ella había escondido la cabeza
                en el caparazón. Su voz surgió hueca y distorsionada, como si hasta esa concha
                fuera un pozo con profundidad de eternidades.
                   --"No has estado mal, hijo, pero yo de ti acabaría el trabajo; no dejes que se
                escape. La energía tiende a disiparse, ¿sabes? Lo que se puede hacer a los once
                años, con frecuencia no se puede hacer nunca más".
                   La voz de la Tortuga se borraba, se borraba. Sólo quedó la oscuridad.... y
                después , la boca de un túnel ciclópeo... olores a tiempo y podredumbre...
                telarañas rozándole la cara como putrefactas hebras de seda en una casa
                embrujada... azulejos mohosos que pasaban en un borrón... intersecciones, ya
                oscuras en su totalidad, desaparecidos ya los globos de luna, y "Eso" que gritaba,
                gritaba:
                   --¡"Suéltame, suéltame! ¡No volveré jamás! ¡Déjame"! ¡"Duele Duele Dueeee"!
                   --¡"Castiga exhausto el poste"!- aulló Bill, casi en un delirio.
                   Vio luz delante, pero se estaba desvaneciendo, vacilando como una gran vela
                que se ha consumido casi por completo... y por un momento se vio a sí mismo con
                los otros, en fila, tomados todos de la mano; Eddie estaba a un lado; Richie al otro.
                Vio su propio cuerpo que se derrumbaba, vio que la cabeza le daba vueltas en el
                cuello, siempre mirando a la araña, que se retrocedía y giraba como un derviche,
                golpeando el suelo con sus patas peludas y ásperas, dejando gotear el veneno
                desde su aguijón.
                   "Eso" aullaba en su agonía de muerte. Al menos, así lo creyó Bill.
                   De pronto cayó sobre su cuerpo bruscamente. La fuerza de la caída arrancó sus
                manos de las de Richie y Eddie, haciéndolo resbalar de rodillas por el suelo hasta
                el borde de la telaraña. Sin darse cuenta, estiró la mano hacia una de las hebras.
                La mano se adormeció instantáneamente, como si le hubieran inyectado
                novocaína. La hebra era gruesa como un cable de tendido de teléfono.
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